Los productos alimenticios que desperdician los supermercados y que muchas personas suelen descartar podrían reducir el hambre entre un 6% y un 11,8% en los sectores más vulnerables de nuestro país, según la sociedad de Comercio Exterior del Perú (Comex Perú).
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Escribe: Susana Condado
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Hasta antes del 2016, las leyes facilitaban a las empresas de alimentos quemar la comida que estaba a punto de vencer. Eso traía consigo daños colaterales como la contaminación ambiental y cifras bastante elevadas de desnutrición y anemia. Los supermercados podían desechar más de S/. 300 millones anuales en productos alimenticios; es decir, aproximadamente 7 millones de toneladas de alimentos se esfumaban literalmente en el humo que generaba la quema de la misma, según informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Paradójicamente, frente a ese escenario, más de 2.5 millones de personas padecían de hambre.
El 19 de mayo del 2016 se aprobó el Proyecto de Ley 4889 y el 8 de agosto del mismo año se publicó la Ley N.° 30498, “Ley de Donación de Alimentos”, para promover la cesión de los productos alimenticios próximos a la fecha de vencimiento, por parte de las empresas, y facilitar la movilidad de los mismos en caso existiera algún desastre natural. Las donaciones serían destinadas a diferentes ONG’s para que actuaran como una especie de Banco de Alimentos y ayudaran a las personas que lo necesitaran. Sin embargo, la ley promulgada no pudo cumplir con su cometido ya que solo se podía deducir, por donación de alimentos, hasta el 10% del impuesto a la renta. Ello permitía restarle una pequeña cantidad al monto que se tenía que pagar, pero ese era el límite. A las grandes empresas les era más rentable desechar los productos como merma en lugar de donarlos ya que al destruirlas ante un notario no había límite de deducción de impuestos. Entonces, al no haber un cambio en la legislación tributaria, muchas empresas prefirieron seguir quemando los alimentos en lugar de donarlos, pues no querían verse afectadas económicamente. Mientras 500 mil niños en el país sufrían de desnutrición crónica y 7 millones de personas vivían en situaciones de pobreza, se desperdiciaban alimentos en buen estado, convirtiendo al Perú en el sexto país de la región con mayor pérdida de comida.
Después de 8 meses de la publicación y aprobación de la Ley N.° 30498, el gobierno recién la reglamentó. El, en ese entonces, Ministro de Economía, Alfredo Thorne, señaló que las empresas que donaran alimentos en casos de emergencia, tendrían mayores beneficios tributarios. Un año después de la publicación de la ley, se promulgó otra complementaria, la Ley N.° 30631, que amplió el límite de deducibilidad de gastos por concepto de donaciones de alimentos en buen estado en el pago del impuesto a la renta. Es así como el Banco de Alimentos del perú consiguió donar 2.640 toneladas de comida y, de esa forma, ayudar a más de 100 mil peruanos.
Las leyes promulgadas en esos años tuvieron una buena repercusión en las acciones de distintas empresas, promoviendo la responsabilidad social de cada una de ellas y contrarrestando los índices de desnutrición crónica y anemia en las zonas más vulnerables de nuestro país. La idea de donar en lugar de destruir transforma la vida de otras personas y vuelve más conscientes a los demás, cumpliendo así una doble función; la social, al mitigar el hambre y la financiera, al recuperar parte de sus gastos, tal como señala Daniel Macera, coordinador de Economía de El Comercio, en el artículo “Donaciones rentables”. A esta iniciativa se sumaron distintos supermercados como Plaza Vea, por ejemplo, quien junto con el Banco de Alimentos Perú y la Fundación Don Bosco, creó el programa “Bueno por dentro”, un proyecto que plantea un nuevo destino para los alimentos que antes solían desechar.
Así como los diversos supermercados que avalaron las leyes publicadas de donación de alimentos con sus acciones y con la creación de programas que incentivaron y priorizaron la responsabilidad social, también existen personas que desde su profesión, buscaron y continúan buscando el desarrollo del país. Uno de esos líderes es Palmiro Ocampo, el chef detrás de la cocina óptima, cuya organización, llamada Ccori, capacita a distintos comedores populares en base a la optimización de alimentos, haciendo que los desperdicios al momento de cocinar sean mínimos. A través de su técnica de decodificación busca usar las partes que normalmente se suelen desechar como lo son: el tallo, la cáscara, el corazón, entre otras. Si quieres saber más sobre la cocina óptima y transformarte en un líder al promover la responsabilidad gastronómica desde tu casa, no te pierdas la próxima edición de la revista Punto Seguido.