Escribe: Renato Avellaneda
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La paralización de gran parte de la actividad económica produjo que, por primera vez en la historia, el precio del crudo descendiera por debajo de los cero dólares.
El coronavirus se ha encargado de someter al mercado mundial a un panorama muy complicado que, como han afirmado varios expertos, generará un estado de recesión durante los próximos meses. El petróleo, al ser un producto de primera necesidad para la dinámica comercial, ha visto su demanda totalmente devastada. Autos, camiones, aviones, helicópteros, fábricas, y demás consumidores de este bien, dejaron de funcionar en gran medida, pero el crudo ha seguido produciéndose en cantidades desproporcionadas.
Es importante entender que en economía, el concepto del costo negativo es exclusivamente asociado a la posesión y almacenamiento de desperdicios. Esto está pasando con los productores, puesto que las refinerías a las que normalmente envían el petróleo, están cerrando producto de las pérdidas económicas que han sufrido. Bjarne Schieldrop, analista de commodities de SEB, aclaró a CNBC que, siendo así, estos productores pierden dinero, pues pagan un precio de almacenamiento muy alto, lo que hace que les termine siendo más rentable pagarle a alguien más por llevárselos.
Algo que no habría ayudado a este conflicto, es que los países productores (especialmente Arabia Saudita), con tal de perder lo menos posible, tienen como costumbre producir y exportar aún más y así compensar la caída de precios. La consultora de economía y geopolítica Eurasia Group, dejó en claro en un análisis que, al no haber las potencias petroleras llegado a un acuerdo para la reducción de esta producción, los inventarios globales llegarán a un máximo en semanas.
Al final, por más compleja que pueda ser la explicación, el crudo se rige por un concepto básico en economía: oferta y demanda. Si la primera excede a la segunda, los precios bajan, y viceversa. Es difícil hacer un balance de que tan beneficioso o perjudicial pueda ser esto cuando se reanude la labor del sector económico. Por un lado, los ciudadanos y compañías que adquieran este producto, harán menos gastos. Pero por el otro, compañías petroleras que aportan riqueza al sector privado y a las arcas estatales, tendrán grandes pérdidas.
De todas formas, no está de más mencionar las preocupaciones ambientales, puesto que, como recalcó Simon Jack, editor de negocios de la BBC, “cuando el petróleo es barato, hay menos incentivos económicos para buscar alternativas”. Será cuestión de esperar para ver de qué manera repercute esto en un contexto tan excepcional como el que estamos viviendo.