En su pequeña clínica ubicada en la Victoria, Francisco Valderrama repara balones de fútbol, vóley, rugby y básquet.
Redacción: César Gozzing
Video y fotos: Diego Nuñez
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El mejor regalo que puede tener un niño es una pelota. Nos ponemos tristes cuando se revienta y estamos obligados a botarlo a la basura. Muchas veces pensamos que no tiene arreglo, pero no es verdad. Entre las calles Bausate y Meza y José Gálvez se ubica ‘la clínica de pelotas’ que lleva más de 17 años en la reparación de balones. Esta clínica es dirigida por Francisco Valderrama de 60 años. Este doctor no lleva puesto un terno o una bata sino un polo del Inter de Milán y su buzo azul.
Valderrama recibe al equipo de Punto Seguido en plena operación. La víctima es una pelota de fútbol que se reventó por culpa de una rama seca. Parches, aguja curva, punzón, pegamento e hilo nailon son los instrumentos que utiliza ‘el pelotólogo’ para salvar a una de los 40 balones que tiene en su quiosco.
Empezar nunca es fácil
La historia de Valderrama empieza en Huamachuco (La Libertad). Con la edad de 15 años, sus padres deciden mudarse a Trujillo. Como todo joven tuvo el anhelo de ser futbolista pero no tenía las condiciones para hacerlo. Por eso, se dedicó a trabajar en la empresa Casa Grande en la producción de la caña de azúcar. En el año 2001, con 43 años, decide venir a Lima en búsqueda de nuevas oportunidades. Pero, su llegada a la ‘ciudad de los reyes’ no sería del todo alentador. “cuando vine para acá no sabía a donde ir. Trabajé para una empresa de mayólicas pero trabajaba por días”.
Francisco comenta que la necesidad, el ingenio y el hambre lo llevaron a coser balones. “Por pura curiosidad aprendí a coser balones. Todo el mundo cose, pero balones no”. Cuando adquirió su quiosco intentó ponerse al costado de la Carpa Grau pero se dio con la sorpresa que la Municipalidad de Lima había desalojado a los ambulantes. Después, trató de ubicarse cerca a la boletería norte del Estadio Nacional. “Mi idea era ponerme en Grau, pero no había ningún ambulante. Luego me puse en la boletería pero el serenazgo me levantó”. Hasta que pudo encontrar un lugar fijo en el barrio de La Victoria.
El ‘doctor’ que hace milagros y negocio
Sus clientes han puesto su fe en él. Llevan sus balones al cruce de Bausate y Meza y José Galvez para que el ‘Doctor pelotólogo’ los repare. Al día recibe entre 10 a 15 pelotas y el proceso de recuperación es de entre treinta minutos a una hora. Muchos de ellos se van contentos con el trabajo realizado por Valderrama. “Esta pelota de voley cuesta 260 soles. El auto la aplastó y a su dueño le dio pena botarlo. Acudió a mí y quedó como nuevo. El chichón que tenía desapareció”.
En su clínica hay un letrero que dice: «Si en 15 días no vienes vendo tu pelota».
“Si el dueño no viene yo la vendo a 5 cheques y la gente compra. Hay que saber valorar las cosas”, comenta Valderrama.
Francisco afirma que el negocio de los balones le ha ayudado a mantener a su familia. En el año 2008, Valderrama pudo comprar un terreno en Zapallal valorizado en 1 200 dólares. “En mi casa vivo con mi esposa y mis dos hijas. La mayor de 20 estudia superior y la de 10 está en el colegio”, comenta. De a poquito ha ido construyendo su hogar con el negocio de los balones. Espera que con el paso del tiempo, su ‘clínica’ pueda trasladarse a la comodidad de su hogar.