A 26 años del autogolpe de Estado dado por Alberto Fujimori y a casi cuatro meses de su indulto humanitario por parte de un presidente que termino siendo defenestrado por los propios fujimoristas, hablar del 2018 como el “Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional” suena, para muchos, paradójico.
Por: D’yanira Moscoso
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La reconciliación se ha vuelto, una vez más, un tema pendiente dentro de la agenda política y nacional. El grupo terrorista Sendero Luminoso, el expresidente Alberto Fujimori, las víctimas de la violencia e, incluso, el nuevo Ministro de Justicia, Salvador Heresi, se han convertido en puntos de crítica que nos hacen reflexionar sobre si el Perú está o no listo para curar las heridas del pasado.
Hace menos de un año, empezaron a salir en libertad integrantes del grupo terrorista Sendero Luminoso (SL) como Maritza Garrido Lecca y Martha Huatay Ruiz, quienes nunca han mostrado señal de arrepentimiento. “Para la reconciliación es fundamental pedir perdón y creo que desde SL nunca ha habido una autocrítica, ni un pedido de disculpas a las víctimas y sin ese primer paso es impensable lo demás”, aseveró Karen Bernedo, antropóloga visual y activista de Derechos Humanos, “en el caso de Fujimori y de los militares tampoco”.
Con el transcurso de los años, los peruanos han buscado, en cada nuevo presidente, un espíritu o gesto que indique reconciliación. Sin embargo, en su lugar, el exmandatario Pedro Pablo Kuczynki, en diciembre del 2017, puso en libertad a Alberto Fujimori. Y ahora, el nuevo Presidente Martín Vizcarra sorprende con su nuevo gabinete ministerial que, según Bernedo, “es una mala señal que el nuevo Ministro de Justicia, Salvador Heresi, esté en esa cartera”.
Asimismo, aseguró que “la memoria está totalmente secuestrada por el fujimorismo” y esto se ve en sus medidas de censurar todo aquello con lo que no estén de acuerdo o los perjudique. “Entienden que la producción cultural es un medio muy potente para contrarrestar a esta historia negacionista que quieren impartir”, agregó.
Hablar de una reconciliación no es sencillo ya que “no es una varita mágica; en todo caso, se pueden dar pasos, gestos o reconciliaciones a nivel local pero no se reparan los vínculos rotos solo porque cambias de presidente”, afirmó Bernedo.