Desde el estreno de algunas películas con la famosa “mirada femenina”, se ha empezado a cuestionar la forma en la que se ha estado desarrollando el séptimo arte hasta la actualidad.
Para empezar, debemos conocer los orígenes de este concepto. Este se remonta a 1975, cuando Laura Mulvey, teórica del cine, escribió su ensayo “Placer visual y cine narrativo”. Ahí Mulvey le dio nombre a la forma en la que se hacía cine en ese entonces: male gaze o mirada masculina. La autora explicó cómo las historias se contaban desde una perspectiva hetero-patriarcal. En ese entonces se relacionaba al hombre o a lo masculino con lo activo, mientras que a la mujer con un rol pasivo. Siempre el hombre era el que tenía el poder, por la misma razón, era el dominante. Por otro lado, la mujer aparecía como un objeto sexual que solo estaba para ser observado y disfrutar de él. Incluso hasta la fecha, una parte significativa del cine suele tener esta perspectiva.
El female gaze o mirada femenina nació como una respuesta a esta forma de hacer cine. Mediante este se pretende dejar atrás la idea de que las mujeres son meros objetos sexuales y se busca darle independencia con su propia narrativa. De la misma manera, mediante esta mirada se busca ir más allá del sexo, enfocándose en lo emocional. La mujer pasa de ser un objeto a un sujeto, con todas las complejidades que eso conlleva. Pese a ello, esto no solo aplica a personajes femeninos sino también a los masculinos.
Tanto el male gaze como el female gaze se han popularizado por el estreno de algunas películas, pero también por una famosa tendencia de Tiktok que ha hecho que estos términos hayan llegado a más personas. La más destacada fue la perspectiva masculina por las acciones poco reales que realizan en sus videos.