El día domingo, cincuenta personas fueron asesinadas dentro de la discoteca Pulse en Orlando, Florida en una terrible masacre, un acto de “terrorismo y odio“, como mencionó el presidente Barack Obama. A raíz de la trágica matanza, en la política americana también han suscitado distintas opiniones.
Donald Trump, el candidato del partido republicano, reclamó la ineficiencia del presidente Barack Obama ante el “radicalismo islámico” mientras el presidente se dirigía al mundo horas después de la masacre. Asimismo, aprovechó en reiterar la política que él propone de imponer una restricción a la migración islámica en los Estados Unidos.
Por otro lado, la candidata de los demócratas, Hillary Clinton, coincidió con Obama al mencionar la necesidad de leyes que regulen la venta de armas en el país norteamericano. Trump aprovechó para decir que Clinton quiere “dejar desarmados a los americanos” ante ataques terroristas.
El magnate americano también mencionó a los padres inmigrantes de Afganistán del asesino, Omar Saddiqui Mateen, aprovechando para desprestigiar el sistema migratorio en los Estados Unidos y mostrar los supuestos beneficios de las políticas xenofóbicas que él propone.
Hemos sido testigos de los esfuerzos truncados del presidente americano al intentar imponer regulaciones más estrictas de control de armas en su país. Sin embargo, el congreso americano no se lo ha permitido, un gran factor siendo la Asociación Nacional de Rifle (NRA), una potencia económica con poder político en su país.