Redacción: Jairo Sotelo Ramos
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Eusebio ‘Chebo’ Amador es el mayor representante de los Ballumbrosio, la familia estandarte del movimiento afroperuano. Aunque dicha corriente cultural se encuentra un poco relegada en nuestra sociedad en la actualidad, pocos pueden dudar del aporte musical de los Ballumbrosio y las consecuencias del mismo en la esfera artística peruana. Con la finalidad de hablar un poco sobre su recorrido en el mundo melódico, el popular Chebo me recibe con una boina mostaza, jeans azules y con un polo verde que hace referencia al “Che” Guevara y su revolución.
- La música debe tener un gran significado en tu vida…
CB: Considero que la música es la esencia del pasado, del mío. A través de ella recuerdo todo lo que he pasado, toda mi infancia en especial. La revivo a través de la música.
- Si hablamos del pasado, desde tus inicios como artista, ¿que tan difícil fue hacerte un nombre como representante de la música afroperuana en una sociedad como la nuestra?
Fue difícil en los ‘80. Con el surgimiento del rock peruano, no había mucha cabida para instrumentos y personas afroperuanas en los escenarios, a menos que sea “Perú Negro” o música criolla. En el rock & roll no había. Una de las primeras fuentes fue Micky Gonzales. A partir de él, se hizo más fácil el camino.
- Leí en una entrevista que mencionaste que Micky Gonzalez, te trajo a Lima junto a tu hermano Filomeno de Chincha. Habrá sido de mucha influencia en tu vida musical…
Influenció mucho. Él se dió cuenta del potencial que teníamos nosotros como conjunto familiar y fue una de las primeras personas que corrió el riesgo de hacerse cargo de una familia a su paso por la capital. Eso influenció demasiado.
- ¿Qué crees que es necesario en un artista para que sea un buen intérprete musical?
Creo que esencialmente dos cosas: algo de locura y amor al arte. Locura en el sentido que puedes manejar el escenario a tu forma. No digo que uno se tiene que presentar desnudo, pero si tienes que expresar un mensaje. El amor al arte siempre tiene que estar presente. No se debe confundir este último con el dinero.
- ¿El dinero es más una consecuencia de este amor al arte?
No. El dinero, más que todo, es un reflejo de lo que cree la gente que debe estar equiparado al arte. El artista no debe ver el dinero como un camino a conseguir el éxito.
- Hablemos de tu familia, de los Ballumbrosio. Tuviste 14 hermanos..
Fue difícil entender a todos. Cada uno tiene una forma de vida, un mensaje distinto y una fiel pasión de lo que es. Compartíamos cosas como también podíamos discrepar de algunas, pero siempre llegábamos a buen puerto.
- Pero las decisiones que tomaban debieron no ser tan sencillas al ser más de diez y además, al ser parte de una familia musical con historia en el país….
Mi familia era como las etnias grandes. Éstas necesitan muchos líderes para poder fortalecer las enseñanzas, muchas cabezas para equiparar el mensaje. Siento que en mi familia ocurre ello, que son lideradas por varias cabezas y como las grandes tribus, se va a llegar a una buena decisión para enfrentar algún problema. La muerte de mi padre nos dejó esa enseñanza: de unión y armonía entre nosotros.
- Entonces, ¿les resulta fácil trabajar entre ustedes, al saber que cada uno tiene un estilo diferente y una visión distinta de la música?
Resulta fácil llegar al objetivo. Trabajar con la familia es como una empresa difícil de poder llevar pero que tiene los puntos claros. Los roles están establecidos.
- ¿Consideras que es valorado el papel que ha jugado su familia en el desarrollo de la música nacional?
Si, es valorado y eso se nota en jóvenes como ustedes, que hacen posible que se investigue más sobre esta música, sobre este personaje que fue mi padre Amador Ballumbrosio. Ese granito de arena que ustedes traen como peruanos nuevos, queriendo fortalecer una identidad nacional, hace que el trabajo se vea apreciado.
- Entonces te debes considerar un verdadero exponente de lo afroperuano..
Me considero más una persona ligada a la lucha por valorar lo nacional. No me siento tanto icono pero si un respetuoso mensajero de ello, porque valoro mucho los ritos ancestrales del campesino más allá de que me veas en una cena de un embajador. Eso a mí no me da la condecoración. Yo represento más que todo una voz, palabra y sentimiento que no es afroperuano sino peruano.
- Me acuerdo que en el 2015 se llevó a cabo el “Festival del Cajón Peruano” en honor al fallecido maestro Rafael Santa Cruz, el cual logró reunir a 2037 cajoneros en la Plaza de Armas. Una cifra digna de admirar, ¿no crees?
De hecho. Ese evento logró un marco sorprendente. Santa Cruz ha dejado una gran responsabilidad para los peruanos que es revalorar lo que tenemos, lo que él le dio nombre de “cajón peruano”. Rafael le dio esa identidad y a su muerte, le otorgo esa bandera rojiblanca.
- Desde tu perspectiva como artista representante de este estilo musical, ¿cuál es tu perspectiva acerca de la situación de la música afroperuana?
La situación es que se ha vuelto universal. Ya no se distingue mucho, parece música cubana o del Caribe. Eso ocurre cuando no sabemos que tenemos, ni lo valoramos y le damos ese sentimiento de querer mezclar y fusionar.
- Es curioso porque tú. junto a tu banda “Cimarrones”, fusionas el estilo afroperuano con otros ritmos como el rock o reggae…
Yo salí de mi hogar, de El Carmen (Chincha), con esa mira de fusionar, pero mezclar desde la raíz. Para hacer esto tienes que conocer tu esencia, aceptación de lo que soy yo para valorar lo otro. Lo que pasa ahora es que mientras más tu música se parezca a la cubana, menos afroperuano será: es afrocubano. Para mí eso no es fusión: aquello es admiración de un género el cual tú crees que tiene más poder que el otro.
- ¿Existe algún estilo musical que te haya sido difícil fusionarlo con el afroperuano? ¿O existe alguno con el que no puedas combinarlo?
Estoy humildemente en la creatividad. No le tengo miedo a ningún género y siempre espero conectarme con la tierra para poder hacer de esta fusión un rito. He fusionado con jazz, rock, reggae, cumbia, entre otros. Lo he hecho con los más fáciles, que no sea complicado de hacerlo.
- Trabajas casi 28 años en la Tarumba. Es como tu segundo hogar..
De hecho es como mi primer hogar, crecí allí. Además, mi casa era un circo, que luego se trasladó a la Tarumba. En mi hogar todos amaban el arte.
- Ya comenzaron los ensayos para el show de este año del circo…
Si, ya comenzamos. El tema de este año no te lo puedo decir por las políticas de prensa de la Tarumba pero te aseguro que será igual de espectacular que los anteriores.
- ¿Consideras que se está tomando en cuenta a los nuevos valores musicales del Perú?
Considero que ahora sí. Antes no porque éramos los primeros en decir “esto no sirve”, muy prejuiciosos. Antes, por ejemplo, el rock venia de Argentina. Después salieron buenos valores de nuestro país, porque confiamos en lo que teníamos.
- Fuiste jurado en el III Festival de Claro, en el 2010. En aquel entonces, mencionaste en una entrevista a Perú21 que “ser jurado era jugar a ser Dios”. ¿Crees que un buen camino musical al éxito para un artista se base en que varios jurados o “dioses” juzguen tu trabajo?
No, ese es el infierno. Fue un lindo festival pero el verdadero artista debe valerse de otras cosas, que tú mismo seas tu propio crítico.
- Entonces, ¿por qué aceptaste ser jurado?
Porque entré con la finalidad de transmitir a los concursantes mi mensaje de amor a la música, un aliento a ellos. Cuando estuve adentro me di cuenta que todo era diferente: había mucha adicción al dinero.
- Entonces estos realities de concurso de talentos no le hacen bien a los nuevos talentos..
Los que acuden a estos concursos, en primer lugar, no son artistas sino aficionados que se presentan porque no tienen una meta pura. Artista es el que se forma de otra manera, en otro nivel relacionado con el estudio. No considero que estos programas brinden oportunidades a nuevos artistas, porque de qué clase de artista estamos hablando: uno que solo busca dinero y fama. Aún existen los verdaderos artistas pero no son los que se presentan a estos realities.