Muchos compatriotas se han visto obligados a abandonar la capital y regresar a sus provincias natales debido a la necesidad.
Escribe: José Luis Góngora.
A raíz del decreto establecido por el gobierno peruano que el país debe mantenerse en aislamiento social obligatorio, muchas personas se han visto obligadas a sobrevivir con sus ahorros. A pesar de los diversos tipos de bonos, la entrega de canastas y el retiro de las AFP´s no se ha podido mantener a la sociedad en total confinamiento. Según el INEI, el 73% de la fuerza laboral en el Perú es informal, es decir, no aporta al fondo de pensiones, no paga impuestos y además es muy probable que vivan del “día a día”.
Asimismo, debemos tener en cuenta que en Lima existen muchos compatriotas de otras provincias que vinieron en busca de un mejor futuro, teniendo en cuenta que en los otros 23 departamentos no existen las mismas oportunidades, quizá la descentralización del país y su gesta en las últimas décadas es uno de los grandes factores por los cuales muchas personas quieren regresar a su ciudad de origen a causa de la necesidad. Al cerrarse los establecimientos de trabajo, los comercios y prohibirse la salida de personas ellos no tienen otra opción. Se trata de morir de hambre confinado en casa o salir y arriesgar tu vida al contagio de este nuevo virus.
Si bien es cierto este grupo de caminantes van en busca de la supervivencia, hay otra realidad, son un foco constante de infección. Estas personas se movilizan en grupo, acampan a la intemperie o se reúnen fuera del aeropuerto esperando un vuelo humanitario. Para el ejecutivo, los gobiernos regionales son los responsables de velar por estos ciudadanos, sin embargo estamos alrededor de los 50 días desde el inicio de este dictamen y aún vemos cientos de loretanos a las afueras del grupo aéreo número ocho, o cientos de ciudadanos peruanos en las carreteras de Huampaní intentando regresar a Huancavelica, sin duda alguna un problema de no acabar, al menos no en estas épocas.
Hace unos días esta caminata inacabable cobró su primera víctima, hay muchos enfermos e inválidos propensos a contraer la enfermedad, pero prefieren llegar a un lugar donde saben que al menos tendrán alguien que los reciba con los brazos abiertos. No quepa la menor duda de que si estos ciudadanos tuvieran los recursos necesarios para vivir durante la cuarentena no tendrían que moverse de ciudad a ciudad y mucho menos a pie. Todas las personas quieren estar en casa, recibiendo un salario, esperando que la enfermedad se “vaya”, pero es más importante comer antes que morir contagiados, o al menos, eso se percibe. Jean-Jacques Rousseau planteaba que “el pobre ama más el pan que la libertad”, al parecer y ha quedado demostrado, que todos aman el pan porque la libertad ya no cuesta.[embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=sWIw0gv9K3s%5B/embedyt%5D