En esta casa ubicada en el distrito de San Miguel, Emilio Obregón ha reunido una colección de más de 5.000 piezas de terror, que incluyen antigüedades y obras de artistas peruanos.
Redacción: Daniela Yriarte
Fotos y Video: Alexis Castañeda
La bienvenida nos la dio una gárgola traída de un cementerio en Trujillo. Al entrar a esta casona antigua de dos pisos, la temperatura empieza a bajar y el ambiente se vuelve frío. Emilio Obregón, el dueño de este espacio, nunca imaginó que en algún momento llegaría a exhibirla. Sin embargo, nos cuenta que comenzó esta aventura hace cinco años porque quiso compartir con el público su gusto por el género del terror.
Este lugar se fue convirtiendo en una casa/museo gracias a la adquisición de esculturas que Emilio compraba en festivales. Conforme iba coleccionando muñecos de terror, algunos artistas peruanos, entre escultores y pintores, empezaron a enviarles piezas creadas por ellos, logrando reunir un 60% de piezas hechas a mano distribuidas por toda la casa. Fue así que decidió empezar a recibir visitas de gente interesada en el género. Estuvo bien por un tiempo hasta que comenzaron los problemas. Algunas personas se contactaban con él para proponerle realizar rituales satánicos o traerles objetos que no tenían nada que ver con una colección de objetos de terror. Tuvo que suspender visitas por cuatro meses, debido a la llegada de cráneos, guijas y muñecas que habían sido utilizadas en sectas.
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Para él este espacio es una mezcla de arte y añoranza y se puede notar en los distintos ambientes de la casa. Como la recreación de algunas escenas de una de su película favorita: El Exorcista. Las muñecas que se encuentran en el baño, dormitorio y sala fueron elaboradas por él con el fin de que se contagien con el ambiente de terror. El primer piso reúne desde esculturas de terror, máscaras y antigüedades. En la parte superior, se pueden observar algunos de los 15 muñecos de ventrílocuo que están esparcidos por toda la casa. Las antigüedades que están aquí las ha obtenido en lugares como la Cachina, Tacora y el Mercado de Surquillo.
Baterías bajas, micrófonos malogrados y fotografías desenfocadas son algunos de los sucesos ocurridos en esta casa. Para Halloween, no hacen tours y por un tema de seguridad, no recibe visitas con más de diez personas.
El Muñeco ventrílocuo
Se lo envió un estadounidense de 22 años. Había sido un regalo de su abuelo cuando era niño y lo mantuvo con él a pesar de que nunca le gustó. Este muñeco solía estar al costado de su cama, pero al crecer decidió deshacerse de él. Al parecer no fue una buena idea, porque cuando lo hizo no se imaginó que aparecería una y otra vez en el mismo lugar. El miedo que le causó fue tan grande que no lo pensó dos veces y pagó el envío del muñeco hasta la casa de Emilio. Al llegar aquí la historia fue otra. Algunas personas que visitaban el museo, lo llamaban para decirle que estaban soñando con un muñeco que lleva una enorme corbata roja.
La cámara Pentax
En la esquina de la casa se pude observar una cámara antigua colgada. La historia detrás de esta reliquia empieza desde que un señor llegó hasta aquí trayéndole este objeto. La cámara que le pertenecía a su hijo, quién era fotógrafo y lo asesinaron en un robo hace diez años. Después de tres años, el padre le ofrece a un familiar el único recuerdo que le quedaba de él. Al probar la cámara, se dieron cuenta que todavía llevaba un rollo en su interior. Decidieron revelarlo y se encontraron con fotos de reuniones familiares que habían sido tomadas después de la muerte de su primogénito. Empezaron a buscar respuestas, pero no encontraron ninguna. La cámara nunca había salido del cuarto y nadie la había cogido desde su muerte. Dejaron pasar lo ocurrido, pero de ahí a un tiempo empezó a ocurrir lo mismo. El rollo, las fotos, reuniones familiares y demás. Los padres esta vez aceptaron que era su hijo quién tomaba las fotografías. Tal miedo les causo que decidieron dejarlo en las manos de Emilio para que esté mejor cuidada.
La muñeca vudú
Ella ha sido el dolor de cabeza de los medios de comunicación que han visitado esta casa. La consiguió hace cinco años en Tacora y la señora que se la vendió le dijo que era una muñeca vudú mexicana. Emilio pensó que le darían a la típica muñeca con alfileres, pero le entregaron una descuidada y dentro de una bolsa negra al precio de cuarenta soles. Cuando la trajo aquí la limpió y la puso en la escalera para que pasara desapercibida. Cada vez que lo visitaba algún amigo, le decían a Emilio que la seguía con la mirada.
Pasaron cinco meses, y él vuelve a Tacora para comprar más antigüedades. En el recorrido se encuentra con la vendedora y le preguntó de dónde la había conseguido. Le contó que tenía un cliente al que le vendía artículos traídos de México. Esta persona tenía una esposa que comenzó a enfermar sorpresivamente. Los doctores no llegaron a detectarle la enfermedad y termino muriendo. Como último recurso decide visitar a una médium para saber la causa real de la muerte de su esposa. Descubren que cuando ella comenzó a enfermar, se había realizado una festividad en su casa y entre los regalos descubrieron a la muñeca en una de las cajas. Le habían realizado un ritual, incrustándole cabello humano y sangre en todo el cuerpo. Al estar dentro de la casa, comenzó a enfermarla hasta que llegó a matarla.
A Emilio las llamadas cada día lo agobiaban más. Ya sea para contarle acerca de situaciones sobrenaturales experimentadas con los objetos de la casa o para preguntarle qué deben hacer para ya no tener miedo. Después de suspender las visitas por un tiempo, recién el año pasado se animó a reabrir sus puertas al público. A pesar de que le han ofrecido 1,200 dólares para jugar a la guija, él no ha querido ser participe de este tipo de actos
*Facebook de la Casa Museo del Terror: https://www.facebook.com/casamuseodelterror/