Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cerca de 48 mil personas en el Perú mueren por falta de sangre. Todos podemos salvar una vida.
Redacción: Raquel Gárate
“Lamentablemente en el Perú somos muy ignorantes, las personas creen que la sangre no se recupera, pero la sangre, si se recupera. Ojalá Dios quiera que donen para que un niño con cáncer pueda salvarse, porque nadie está libre”, dice Marcela García que se ha animado a salvar una vida, donando su sangre.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ideal es que el 2% de la población tenga la motivación voluntaria de ser donante de sangre. En el Perú se necesitan 270 mil litros de sangre al año para que se pueda garantizar un abastecimiento en todos los hospitales del país.
Juan Eduardo Torres obtuvo en el 2019 el récord nacional de donantes de sangre, ya que lo ha hecho más de 50 veces según el Ministerio de Salud (Minsa). Con estas cifras se dice que ha salvado o mejorado la vida de al menos 150 personas del grupo O+. “Dono sangre desde que tenía 26 años en 1996, he donado bastantes veces. Al comienzo lo hice por una necesidad de un familiar y ahí descubrí que mucha gente lo necesita” explica Torres que actualmente tiene 50 años.
Al descubrir toda la odisea que pasan muchas familias, él decide ser activista de “Donantes de felicidad” comenzando una labor más cercana a las personas que tienen necesidades y no conocen los trámites que se deben realizar en un hospital. “A veces viene gente analfabeta que no sabe leer, le entregan un papel y les dicen señor tiene que ir a la farmacia, señor tiene que ir al banco de sangre; nadie los ayuda, ahí entro yo, ayudarles” explica.
Para Eduardo Torres lo que se vive en el hospital de Neoplásicas es muy fuerte. “Un niño de Lima combate la enfermedad con una hemoglobina de diez o doce, un niño de provincia con la misma enfermedad, pero con una hemoglobina de cinco a seis, quién crees que tiene probabilidad de vida, obviamente el niño de Lima”. A qué se debe eso, se pregunta Eduardo “se debe a que tiene más donantes, su papá, el amigo de su papá en el trabajo, etc. En cambio el de provincia no tiene a nadie esta solo con su papá o mamá. Esta es la realidad que vivo cada día”.
Si bien es cierto la donación de sangre ha ido en aumento a través de los años, aún hace falta más voluntarios que ayuden a salvar vidas. Por lo tanto, Eduardo trata de contar su historia al mundo para que se enteren de que hay muchas personas que todavía la están pasando mal en los hospitales y muchos de ellos son niños.