Foto: Andina.pe
Por: Martín González
A raíz de lo ocurrido entre la policía española y la selección peruana a fines de marzo, fanáticos locales evidencian el maltrato arbitrario que sufren en diversos estadios de fútbol.
La noche previa a cualquier encuentro de la selección peruana siempre es una fiesta. Sea un amistoso o el partido de definición para clasificar a un mundial.El encuentro ante Marruecos no era la excepción. Sin embargo, una violenta gresca entre los futbolistas de la Blanquirroja y la Policía Nacional de España, en las puertas del hotel NH Collection Eurobuilding de Madrid, sacudió por completo las redes sociales.
Las coberturas periodísticas nacionales y extranjeras no dejaban de hablar de tan extraño suceso. Futbolistas como Yoshimar Yotún, Alex Valera y Pedro Gallese fueron los más implicados, e incluso este último sería detenido.
Los juicios de valor no tardaron en aparecer, y se dividían en dos grupos sumamente marcados: El primero, en defensa de los futbolistas agredidos, alegando que fueron violentados arbitrariamente por los efectivos policiales; mientras que el segundo, aseguraba que a la autoridad hay que respetarla.
Más allá de posiciones contrapuestas, un tema que involucra al poder, sobre todo en espacios con tanta variedad sociocultural como viene a ser un estadio por la presencia de hinchas, amerita un análisis mucho más profundo.
Un antecedente a tomar en cuenta es la investigación realizada por el Instituto Andaluz Interuniversitario sobre el accionar de la policía española durante el 2006. Los resultados confirmaron la facilidad con la que se violaba el espacio personal de las minorías por parte de las autoridades, las cuales veían en ellos un objetivo claro de sospecha. Gitanos y extranjeros, en su mayoría sudamericanos, eran los ciudadanos más afectados. Los agentes apuntaban a estos grupos para realizar redadas frecuentes e identificarlos en repetidas ocasiones mientras se encontraban por las calles.
Todo hace indicar que la hinchada peruana se sumó a dicha lista aquella noche de la gresca en Madrid. Debe tomarse en cuenta que tanto “Yoshi” Yotún, cómo Alex Valera, habrían sido confundidos por hinchas blanquirrojos. Si bien la Policía Nacional de España no se pronunció al respecto, el manejo excesivo de la fuerza en contra de los asistentes a los estadios es un tema a discutir. ¿Qué tan distinta es la situación en el Perú?
Carlos Arrunátegui, hincha de Universitario de Deportes y periodista deportivo, comentó que la policía, en los espacios deportivos nacionales, suele tener una actuación diferenciada dependiendo de la tribuna en la que se encuentre. “Se decían entre ellos que estén atentos a nuestras caras. Que nos revisen todo. Yo en ese momento no me ponía a pensar, pero era algo que no ocurría cuando iba a occidente”, señaló.
Por su parte, Cinthia Espinoza, hincha activa de la Trinchera Norte, también compartió su testimonio sobre una experiencia vivida hace pocas semanas atrás: “Cuando te revisan en oriente u occidente, tan solo te tocan las zonas superficiales y sin incomodarte; en cambio en Norte, no. A una chica le subieron el polo y ella no llevaba sostén. Nos tuvimos que enterar por la manera en la que actuaron”.
Jorge Luis Duarez, sociólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, explica el trasfondo de esta problemática: “Sucede que se asocia a las barras bravas con elementos delictivos, cuando no es lo único que constituye una barra brava; porque, bajo esa lógica, todos tendrían predisposición hacia la delincuencia”.
Para el especialista, la estrategia de las autoridades policiales resulta contraproducente: “Termina siendo problemático porque se vinculan con estas barras de manera autoritaria y con violencia física, cuando se podría intervenir de maneras más inteligentes”.
Por último, Duarez explica que el uso desmedido de la fuerza en los estadios guarda relación con los estereotipos más marcados de la sociedad peruana: “Operan estereotipos, ciertos prejuicios con relación a grupos sociales que son tratados con uso desmedido de la fuerza. Estos suelen pertenecer a diversos sectores que sufren diversas formas de discriminación, y que por tanto se habilita ese dispositivo de la fuerza en una dimensión que probablemente no se ejercería sobre otros sectores sociales”.