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Punto Seguido - UPC

Revista Punto Seguido - UPC presenta noticias, crónicas, fotos, videos, entrevistas, reportajes y contenidos en 360. Publicación digital de los estudiantes de Comunicación y Periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.

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Quilca, la nostalgia del Boulevard de la Cultura

22/06/2021 by Mabel Aguilar

A más de 5 años del desalojo de los icónicos libreros, rememoramos el entrañable Boulevard Quilca en el Centro Histórico de Lima, paraíso de la literatura, emblema «underground» y cuna del movimiento contracultural nacido en medio de la profunda agitación política de los 80s y 90s.

Jr.Quilca. Foto: Lorenzo Camere.

Por: Fiorella Gallardo Morales.

Hubo alguna vez en las calles de Lima un sueño libresco. El esplendor cultural del jirón Quilca, fundado por el conquistador Francisco Pizarro y cuyo nombre de origen quechua significa “escritura”, no pertenece solo a la leyenda oral. Sus bares y restaurantes solían albergar la animada e inacabable discusión de artistas, poetas, escritores, músicos e intelectuales que intercambiaban sus proyectos e ideas sobre la problemática peruana de aquellos años.

Eran tres cuadras de locales repletos de novedades, ediciones piratas, revistas de segunda mano y todas las joyas literarias que pudiese imaginar el más anheloso lector. Sus calles fueron cuna de un movimiento que marcó generaciones. “Surgieron grupos de rock subterráneo, poesía, teatro, grupos literarios”, recuerda Pedro Ponce, uno de los primeros libreros en instalarse y el dueño de Librería Rocinante. Cientos de jóvenes se redescubrieron a través de aquellos movimientos en una época complicada por el terrorismo. En aquel espacio de creación plasmaban las frustraciones que vivían en la Lima de los 80s y 90s. Sus canciones se convertían en himnos para esos años de violencia política. Los templos de toda aquella movida underground eran espacios como el recordado El Averno, un centro contracultural histórico. Hoy, Ponce describe aquel desaparecido espacio cultural como el encuentro de la calle pura y dura con la gente del pueblo.

Foto: Rockzilla
Centro Cultural El Averno. Foto: Rockzilla.

“Durante todo ese tiempo se generó un movimiento cultural conocido como contracultura capitalina. Todo ello hizo que en Quilca se articulará un corredor cultural crítico y alternativo”, cuenta Pedro. La historia y las anécdotas que atesora lo confirman.

Ponce recuerda con nostalgia los infinitos libros que pasaron por sus manos en las épocas doradas del Boulevard de la Cultura. Los libros más valiosos para él fueron las primeras ediciones de “Heraldos Negros” y “Trilce” de César Vallejo. Una edición preciosa de Joaquín Ibarra del Quijote de 1780 en cuatro tomos aún perdura en su memoria; así como una revista llamada “Cosmopolis”, la cual guardaba un poema inédito de Carlos Oquendo de Amat.

La historia de Quilca nos hace evocar también el cercano café afrancesado llamado Palais Concert. En los años XX, este local recibió a escritores como César Vallejo, José Carlos Mariátegui o el escritor costumbrista Abraham Valdelomar quien dejara una frase célebre para retratar la historia del lugar: “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert soy yo”.

Foto: Contexto Independiente.

Hoy, la calle de Quilca ha cambiado. En 2008 el Arzobispado de Lima interpuso una demanda de desalojo a los libreros luego que el contrato de arrendamiento de 1997 se venciera. El plan era convertir el paraíso de la cultura alternativa en un estacionamiento subterráneo, locales comerciales y departamentos. Finalmente, en el 2016, más de 60 libreros fueron desalojados. Entre ellos Pedro Ponce. Algunos buscaron otros lugares. Unos alquilaron algunos locales por las inmediaciones. Otros se fueron al Rímac. Ponce comenta lo decepcionante que fue para todos dejar su local tras más de 15 años y que, lamentablemente, por no ser unidos cada uno está por su lado.

Un año antes de aquel desalojo, Ponce había adquirido, junto a tres colegas, el local que se convertiría en su adorada Librería Rocinante. En el Jr. Rufino Torrico 899, en el corazón de Lima, se alza la librería cuyo nombre hace a todo aquel que pase por la zona evocar las aventuras del afamado personaje de Cervantes y su fiel caballo al cual tardó cuatro días en nombrar.

Repleta de joyas literarias, la historia de su fundación no es menos difícil que los retos que hoy asume como librería independiente en el Perú. Sin embargo, Pedro Ponce, su fundador, mantiene el mismo compromiso con la difusión de la cultura que impulsó su creación años atrás cuando era apenas un stand en el Boulevard de la Cultura en Quilca en los años 80, en aquellos entrañables años de resistencia y cultura alternativa.

Créditos: Fiorella Gallardo Morales.

 

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Crónica: el sensei de los vinilos [Fotos y video]

14/05/2018 by Mabel Aguilar

En una época donde la música digital se impone ante sus competencias, existe un viejo conocido que se aferra a la vida atrincherándose en sus surcos para poder combatir a este gran monstruo digital. Existen diversos personajes que defienden la existencia del disco vinilo, entre ellos, Cesar Augusto Jimenez: el sensei de los vinilos.

Cesar Jimenez es dueño de Sensei Records y de casi 10.000 vinilos (Foto: Sensei Records).

Redacción y video: Jorge Zaldívar.

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Jirón Quilca es una calle que, como se aprecia en sus alrededores, es tan clásica como los objetos que ahí se pueden encontrar. Quilca es conocida por la variedad de libros de segunda mano. Pero no solo eso, en los últimos años, este popular jirón ha llamado la atención por algo que estuvo ahí por mucho tiempo y que pocos sabían.

Los discos vinilos o long play (LP) tiñen musicalmente la cuadra tres de jirón Quilca, donde taxistas, transeúntes y ciclistas, observan con curiosidad a estos dinosaurios de la música. En ese lugar se pueden encontrar tres tiendas de discos, pero es Sensei Records la que mayor atención llama por su amplia colección (cerca de 10.000 vinilos). A este lugar llegan decenas de melómanos a diario para adentrarse (y perderse) en el paraíso musical que ahí se encuentra. Pero en esta ocasión, el establecimiento está vacío, no hay música sonando ni tampoco melómanos revisando los estantes. El único que se encuentra ahí es Cesar Jimenez, dueño del lugar, quien está sentado en una silla y con los pies levantados; revisa su celular y escribe en su agenda, se le aprecia cómodo y relajado.

Los discos de época son los que más predominan en la tienda, aunque también se pueden encontrar algunas remasterizaciones. (Foto: Jorge Zaldívar).

La afición de Cesar por la música llegó a él desde muy joven, fue a los 13 años, tal vez, no lo recuerda muy bien.

– El primer disco que compro – dice Cesar mientras mira a la nada tratando de recordar. – la verdad es una pregunta que nunca me han hecho. Yo supongo que los primeros discos que conocí fueron los discos de Héctor Lavoe. Pero no fue uno que yo compré, fueron los primeros que llegaron a mi casa.

Su familia era salsera y los únicos vinilos que llegaban a su casa eran de ese género, pues a sus padres les encantaban. Ellos jalaban un gusto por la música tropical, como la cubana, de los años 50’s; pero en los 60’s, cuando la salsa apareció, su padre se vio entusiasmado por conseguir discos. Sin embargo, a Cesar no solo le gustaba la salsa; él siempre tuvo un amor por el rock (género que predomina en su tienda), ambos estilos musicales lo acompañan desde hace varios años.

Cesar nunca discriminó a ningún género, solía ir tanto a fiestas donde se pogeaba al ritmo de Black Sabbath, Led Zeppeling y Rolling Stone, como a otras donde la música disco le hacía bailar (pero solo hasta las diez de la noche porque el toque de queda no se lo permitía); luego de estar bailando “llegaba a casa y me ponía a escuchar salsa con mi padre”.

Cuando su padre falleció, le heredó a Cesar una extensa colección de vinilos que, obviamente, no rechazó. Se dedicó por mucho tiempo a extenderla, pero esta vez con algo de rock. A medida que su colección crecía, también lo hacía su amor por la música. Fue así que decidió dedicarse a la venta de este arte. Aunque su primera tienda no fue Sensei Records.

Desde 1990 Cesar se dedicó al comercio empezando por la venta de casetes que el mismo grababa. A inicios del 2000 se mudó a los CD’s piratas que quemaba con los principales éxitos de la época. En el negoció de los CD’s le iba bien, pero no estaba conforme con la baja calidad de sonido que éstos tenían; todo esto mientras, su colección de vinilos se había multiplicado y no tenía donde guardarlos. Ya en el 2006, cuando el amor por lo vinilos había vuelto a resurgir en la sociedad, Cesar vio la oportunidad perfecta para distribuir entre sus clientes su tesoro más preciado.

El coleccionar vinilos es visto como un ritual (casi celestial) para los amantes de la música. Esta práctica se lleva haciendo desde la aparición comercial de este formato en 1920, pero desde el 2006 esto pasó a convertirse (para algunos) en una moda vintage. A partir de ese año, numerosas tiendas han surgido en diferentes partes del mundo, ofreciendo estos productos en versiones remasterizadas. Tanto ha sido el afán por ellos que el año pasado se registraron, según la RIAA (Recording Industry Association of America) cerca de 430 millones de dólares en ventas, superando en 9% a la música digital. Sin embargo, lo que ofrece Cesar es distinto a lo que se vende en todo el mundo.

Los vinilos que se venden en Sensei Records son discos de época, es decir, los mismos vinilos que se produjeron el año de su lanzamiento, aquellos que nuestros abuelos escuchaban. Son productos más antiguos (súper vintage) que interesan a un sector más reducido. Entonces, las alucinantes cifras que se difunden por los medios afectan en poco o nada a la venta de vinilos del sensei (de hecho, es un tema del que no prefiere hablar, ya que no siempre es bueno). Sin embargo, Cesar se llena de orgullo que los verdaderos amantes de la música visiten su tienda y compren los álbumes de Tha Beatles, Pink Floyd o Héctor Lavoe, a treinta soles, cuarenta soles o cincuenta soles, dependiendo del estado en el que se encuentren.

Los discos de época de The Beatles son los más vendidos en Sensei Records. (Foto: Jorge Zaldívar).

Entre coleccionistas, melómanos y audiófilos iban llegando a la tienda y esta se iba llenando. Eran las cuatro de la tarde, la hora en la que suelen venir a cazar a estos dinosaurios de la música. Los pasadizos comenzaban a ser transitados y los discos comenzaban a ser sacados de sus estantes, botando, con ellos, ese aroma a cartón viejo que aromatizaba el lugar.

Entre sus clientes, Cesar conoce a casi todos y reconoce de que tipo son. Está “el coleccionista que compra discos y lo almacena; el melómano que los colecciona y los escucha; y el audiófilo que no compra mucho, pero siempre busca la mejor calidad”. Entre esos tres tipos, Cesar se considera un melómano.

– El vinilo es el mejor formato que se ha creado para escuchar música porque nos da el sonido análogo. – define Cesar al vinilo. – Este sonido es lo más cercano a lo que puede sonar un instrumento. Entonces el que es loco por el buen sonido, prefiere escuchar un vinilo. Como hay casos de personas que frecuentan escuchar música digital, pero cuando descubren el sonido del vinilo, se enamoran e inician su colección de discos.

– Es todo un mundo.

– Efectivamente, como suelo decir, ahora escuchar vinilos es un ritual para cualquier melómano, ya que consta de sacar el disco, limpiarlo si es que tiene algún polvillo, ponerlo en el tornamesa y sentarte a escucharlo en la intimidad de tu sala. Escuchar vinilo es una actividad que te regala un tiempo personal.

Dicho esta última frase, Cesar se levantó, fue a donde sus clientes, sacó el álbum Highway to Hell de AC/DC y lo puso en el tocadiscos; los parlantes comenzaron a botar un sonido como a polvillo y luego… Living easy, living free, la cacería había comenzado.

Ahora el escuchar vinilo es todo un ritual, como asegura Cesar Jimenez. (Foto: Jorge Zaldívar).

 

Mira un pequeño video de nuestra visita a la tienda:

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