Foto: Andina
Rafaella León, quien es coautora de “Días Contados” junto a Luis Jochamowitz, conversó con Punto Seguido sobre su texto que narra el primer año de la pandemia y ha sido ganador del Premio Nacional de Literatura 2022.
Escribe: Redacción Punto Seguido
“Días contados” es una crónica que relata un año de emergencia sanitaria en el que se evidenció la “lucha, derrota y resistencia del Perú” frente a la pandemia del coronavirus que arrasó con la vida de miles de peruanos. Este libro escrito por Rafaella León y Luis Jochamowitz revela uno de los episodios más caóticos de la emergencia sanitaria del Perú, que involucra al cuerpo social y político de nuestro país.
En noviembre de 2022, el texto fue premiado por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional de Literatura 2022 en la categoría no ficción. Rafaella León conversó con Punto Seguido, quien nos comentó sobre la realización de este, como ella lo define, “gran reportaje”.
Recientemente, “Días contados” ganó el Premio Nacional de la Literatura 2022. ¿Cómo definirías el libro?
Sí, efectivamente. “Días contados” es un libro de no ficción porque se trata de un gran reportaje. Es una investigación grande, pero escrita a manera de crónica y, como tú sabes, es uno de los géneros periodísticos más literarios. Entonces de ahí es que se enmarca en un premio como el Premio Nacional de Literatura en la categoría de no ficción.
¿Qué tan retador ha sido relatar una pandemia, qué además fue algo nuevo e impactante para muchos?
Fue impactante porque lo reporteamos durante la pandemia cuando casi iniciaba en el Perú, que ha sido oficialmente en la quincena de marzo del 2020. En los primeros días de abril ya teníamos la certeza de que era necesario escribir este libro. El mundo entero estaba cambiando, era un hecho histórico, no podíamos quedar fuera de eso como periodistas. (…). Nuestro salvavidas —tanto el de Rafaella León como el de Luis Jochamowitz— fue intentar ordenar lo que empezaba a ocurrir: había mucho caos, mucha incertidumbre. En ese momento era el gobierno de Martín Vizcarra que bueno, como todos los demás gobiernos del mundo, no sabía absolutamente nada de este virus. También nos tuvimos que adaptarnos bastante a lo virtual.
Lo que mencionas es un aspecto importante para la construcción del libro y, sobre todo, porque se realizó durante la pandemia. ¿Cómo fue el tema de las fuentes? ¿Fue complicado?
De hecho, hicimos una lista de todas las personas con las que teníamos que hablar o intentarlo por lo menos, empezando por el expresidente Vizcarra, los exministros de Salud y Economía, funcionarios de segundo rango. (…). En cierto modo se extrañaron que a dos periodistas no les interesara tanto cubrir el día a día, sino ver la cosa más en perspectiva; es decir, preguntas que quizá nadie las hubiera hecho y que no habrían servido a ningún reportero de canales. Nosotros queríamos ir más allá, dejar un registro a largo plazo reflexivo a profundidad de lo que nos estaba pasando y eso implicaba una crónica sanitaria y al mismo tiempo una crónica política. Entonces era muy importante meternos a la trastienda de lo que estaba ocurriendo. Incluso es interesante porque en el camino nos dimos cuenta que las fuentes más valiosas, te diría yo, han sido las de funcionarios de segundo rango, asesores de ministerios.
¿Por qué?
En muchos casos fueron ellos los que se dieron cuenta realmente de la gravedad del asunto e iban donde sus jefes a decirles “no nos podemos confiar”. En algunos casos los escucharon, en otros fue demasiado tarde, pero era gente que sabía mucho y estuvieron dispuestos a contarnos muchas cosas de adentro.
¿Qué los llevó a escribir este libro y limitarlo entre marzo y noviembre del 2020?
En un principio dijimos haríamos la historia de la pandemia de marzo a julio (del 2020). Por supuesto que era una tontería porque continuó y tuvo varios picos graves. En los primeros días del 2021 viene el famoso ‘Vacunagate’. El libro estuvo a punto de imprimirse y tuvimos que pararlo y decirnos acá falta ese capítulo. Entonces nos reunimos otra vez con nuestras fuentes y fuimos armando la historia desde nuestra mirada como autores. Entonces eso se terminó abarcando y por lo tanto nos retrasó todo el trabajo de cierre de edición. (…). El libro acabó saliendo en julio del 2021 y abordando hasta el período de marzo de ese mismo año, incluyendo el tema de vacunas. Imagínate un libro de la pandemia sin el ‘Vacunagate’, hubiese sido un error.
Desde tu punto de vista, ¿cuál ha sido uno de los principales errores que se cometieron al comienzo de la pandemia?
Han sido varios errores, uno tras otro que están detallados en el libro. Un primer error, concretamente del gobierno de Vizcarra, fue teniéndolo a él como el gran comunicador de la pandemia. Eso hasta cierto punto funcionó las primeras semanas porque transmitía un poco de tranquilidad, pero creyó que podía hacerlo eternamente. No entendió que en política tienes que renovar tu discurso, dar otro giro. Vizcarra centralizó todo en él y sus ministros perdieron peso y eso en política es muy grave porque la gente empieza a perder confianza en quienes son los ministros más importantes. Entonces, se desperdició básicamente por un afán protagónico de Vizcarra. Ese es un error que no supo escuchar a quienes le decían “ahora da el siguiente paso”.
Otro error técnico, diría yo, del Ministerio de Salud fue haber cerrado la atención primaria. Eso fue bien complicado porque se supone que ese primer nivel de atención hubiese podido evitar que la gente vaya directo a los hospitales y por eso colapsaron. (…). Una serie de cosas nos agarraron —como se dice vulgarmente— con los pantalones abajo, pero que evidenciaban décadas y décadas de abandono total de lo más elemental de un país que es la salud. ¿Qué hicieron los anteriores gobiernos con respecto a hospitales y atención? Pues evidencia que no mucho porque el día que lo necesitábamos no había lo necesario.
Prácticamente, la pandemia nos desnudó
La pandemia nos termina de desnudar como un país tercermundista, subdesarrollado y cuyas autoridades abandonaron siempre a su población, sobre todo la más vulnerable. (…). Solo recordar todo lo que te cuento, ya me entró la angustia de nuevo de cómo he podido sobrevivir a eso, a tanto desorden, informalidad, ineficiencia del Estado.
¿Las instituciones habrán aprendido algo de esta pandemia?
Pues realmente espero que sí. Sobre todo, en confiar en sus asesores, en sus especialistas, en gente que está en segundo rango que es muy valiosa. Por lo menos nosotros hemos conocido personas que realmente se sacaban el ancho con todas las frustraciones con las que se encontraban día a día y era como para sacarse el sombrero. Yo espero que la carrera pública se mantenga con este tipo de personas, que no se malogre la carrera pública con gente elegida a dedo y la hora no sabe nada de lo que tiene que hacer. Que se siga escogiendo técnicos que sepan, no políticos porque la política no entra a ese terreno.
Han pasado dos años y muchos quieren olvidar una etapa que consideran complicada, incluso hasta oscura, ¿cómo convivir con la pandemia?
Para empezar, no estamos preparados para procesar lo que nos ha pasado. De hecho, cuando escribíamos con Lucho decíamos ‘este libro de repente la gente no lo va a querer leer ahora, sino de aquí a cinco, 10 o 20 años’. Cuando la gente empiece a preguntarse qué pasó en el 2020 y 2021, cuando eso ocurra, las respuestas van a estar en este libro. Ahora la gente está tan golpeada, no hay nadie que pueda decir ‘a mí no me afectó’. (…). Y lo más importante es saber si hemos aprendido algo a nivel de instituciones. Cómo reaccionar a una siguiente catástrofe como esta. En esta pandemia hemos visto lo más bonito y lo más feo de la gente. Como te digo, no soy tan optimista con el ser humano, creería que en unos años —como ha sucedido históricamente en el mundo entero con las grandes crisis— se olvidarán. Pasarán décadas y luego se repetirá porque se olvidan, porque no hay memoria. Entonces creo que en el futuro vamos a tener que hacer algo. Así como hay un lugar de la memoria para los muertos y desaparecidos durante la época del terrorismo, quizá tengamos que pensar en un lugar de la memoria para nuestros muertos de la pandemia.