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Punto Seguido - UPC

Revista Punto Seguido - UPC presenta noticias, crónicas, fotos, videos, entrevistas, reportajes y contenidos en 360. Publicación digital de los estudiantes de Comunicación y Periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.

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El recorrido de una egresada de Laboratoria

17/04/2018 by Mabel Aguilar

 

La sorprendente historia de Michelle More, una joven trujillana que apostó por estudiar programación para insertarse en el mundo laboral.

Laboratoria es un emprendimiento social que busca la inserción laboral de mujeres latinoamericanas dentro del sector de tecnología. Michelle, es una de sus egresadas y hoy trabaja dentro de este campo como desarrolladora web.

Michelle More, egresada de la promoción 2017-01 de Laboratoria (Foto: Valeria Reyes)
Michelle More, egresada de la promoción 2017-01 de Laboratoria (Foto: Valeria Reyes)

Por: Leyla López y Valeria Reyes

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Muchos peruanos conocieron Laboratoria por primera vez cuando vieron a nuestra compatriota Mariana Costa, cofundadora y CEO de la compañía, sentada junto a Mark Zuckerberg y Barack Obama en la Cumbre Global de Emprendedores de 2016. El hecho de que estos líderes mundiales apoyaran su proyecto, le brindó un reconocimiento internacional que llamo la atención de muchos peruanos. Sin embargo, el trabajo de esta organización va más allá de exposiciones como estas. El resultado verdadero se ve en sus egresadas. Una de ellas es Michelle More.

EL PRIMER ENCUENTRO

Con solo 21 años, la trujillana que se graduó en la promoción 2017-01 de Laboratoria lleva tres meses trabajando como Desarrolladora Web en la empresa Promart. Previamente, ella tuvo la oportunidad de realizar una pasantía en Grecia con la empresa BEAT, gracias a uno de los eventos planteados por la compañía. Fue un camino bastante vertiginoso y comprometido para llegar hasta donde se encuentra hoy, y todo comenzó gracias a su madre, quien le comentó acerca de lo que había oído sobre Laboratoria en la radio. Michelle revisó de que se trataba aquel programa y se decidió a postular.

Laboratoria empezó en 2014 con tan solo 16 alumnas. En la última promoción, solo en Lima, fueron seleccionadas 140 mujeres de entre 4,000 postulantes. Este proceso puede ser bastante arduo. Las chicas que deseen ingresar deben de superar varios niveles de evaluación: pruebas escritas, entrevistas, simulación de clases y más. La convocatoria es masiva y a nivel nacional, dirigida a todas las mujeres que no hayan podido acceder a un trabajo de calidad, uno que no les haya permitido obtener una mejora sustancial en sus vidas. “El filtro es bastante riguroso y, también, no es que las 140 chicas lleguen a terminar,” explica Laura Rojas la Job Placement Manager de la sede en Lima. “Ahora están terminando 80 alumnas porque el bootcamp es bastante exigente”. El bootcamp es como se denomina a este periodo de aprendizaje en programación que reciben las estudiantes en Laboratoria.

Para Michelle el proceso fue largo y riguroso. Ella postuló en diciembre de 2016. “Creo que más de mil chicas se quisieron inscribir por la web, luego 900 aplicaron al curso, al examen; y luego quedamos 200 para las clases presenciales de prueba,” recuerda Michelle. “No sabía si iba a quedar o no, pero decidí intentarlo. Pero me pareció bastante riguroso pasar, al final, de 200 a 80 personas. Es bastante la diferencia”. Cuando se publicó la lista de ingresados, Michelle no se halló. Esto se debió a que se la había colocado por su segundo nombre: Ingrid. Las buenas noticias llegaron junto con la Navidad, cuando recibió una llamada especial: ¡Feliz Navidad, ingresaste! Era una nueva aventura para ella.

LA EXPERIENCIA LABORATORIA

Michelle se trasladó a Lima con su padre. Empezó sus clases el 29 de enero. Para llegar a las oficinas de Laboratoria, en su antiguo espacio en Miraflores, se levantaba a las 7am y tomaba tres micros. Si llegaba muy tarde encontraba los ascensores llenos y subía a pie por las escaleras hasta el onceavo piso. “Medían bastante tu puntualidad”, asegura la egresada. “Era parte del desempeño que tú tendrías en tu futuro puesto laboral. Quería tener todo impecable”.

El programa posee actualmente una duración de 6 meses y estaba conformado por todo tipo de mujeres, cada una de ellas con sus propias vivencias y motivaciones. Bajo un horario estricto de 9 a.m. a 6 p.m. las alumnas recibían clases, en su mayoría prácticas. Trabajaban a partir de grupos de 5 chicas que iban rotando constantemente. Además, eran evaluadas reiteradas veces con ejercicios lógicos y matemáticos que debían de resolver por medio de la programación. Asimismo, contaban con exámenes y proyectos que debían de realizar por su cuenta. Las estudiantes que no contaran con su propia laptop para llevar a cabo sus ejercicios fuera del aula, recibían una prestada por la organización. Para su suerte, Michelle contaba con una propia en casa.

Hay dos rutas dentro de este bootcamp, las alumnas pueden escoger entre convertirse en: programadoras (former developers) y diseñadoras de experiencia de usuario (You X). Además, contaban con un taller adicional que les permitía desarrollar sus habilidades sociales y se conocían más entre ellas. En él, compartían sus vivencias y hablaban sobre el feminismo, la actualidad de las oportunidades para mujeres y más temas. Con el fin del programa llega el momento de que estas jóvenes encuentren empleo.

La Hackaton es un evento de la organización que les permite interactuar con empresas interesadas en el talento de las alumnas. Durante 36 horas, las chicas son asignadas a una compañía con la cual deben de trabajar de la mano para crear un producto relacionado a la programación en un caso supuesto. Michelle participó de dos de estos eventos; en la primera trabajó con cuatro personas más para Intercorp, específicamente con Intelligon. En aquella ocasión, realizó junto a su equipo un perfilador de clientes, quedando en tercer lugar. La segunda vez trabajó para BEAT donde desarrolló, con dos compañeras más, una interfaz para registrar los viajes hechos por los usuarios. Paralelamente, le realizaron una entrevista que le permitió ganar un intership a Grecia con ellos. “Era increíble para mí”, recuerda Michelle. “Fue la primera vez que viajaba tan lejos del Perú (…) Practiqué mi inglés, aprendí a usar la tecnología React y fue interesante ver cómo eran los desarrolladores allá, fui conociendo mis modelos a seguir”.

Al volver de sus prácticas, se contactó con Laboratoria para que la ayudaran a insertarse en el mercado local. Laura Rojas es la encargada de este proceso. Ella se encargó de ayudar a Michelle a encontrar un empleo a su vuelta de Grecia.

UNA PROMETEDORA VIDA LABORAL

Michelle trabaja actualmente en el laboratorio de Promart. A pesar que son un equipo pequeño, considera tiene un bonito ambiente de trabajo. Este año, con varios proyectos por delante, ella se muestra atenta y preparada ante cualquier situación que pueda presentarse.

Hoy en día, Laboratoria cuenta con sedes en la Ciudad de México, Santiago de Chile y Lima; además, de tener nuevos centros de entrenamiento en Guadalajara y Sao Paulo. Con más de 580 egresadas y más del 80% en colocación laboral, la satisfacción promedio de las más de 200 empresas empleadoras es de 4.5/5. Al igual que Michelle, muchas chicas han podido acceder a este programa que, les ha generado una mejora profesional y laboral. Así, Laboratoria espera que para la siguiente década (2020-2021) ya hayan logrado insertar a 10,000 desarrolladoras dentro del sector. Mujeres como Michelle, forman parte de esta iniciativa que busca contar con más mujeres dentro de la industria de desarrollo tecnológico.

 

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Entre empujones y flashes

24/10/2017 by Mabel Aguilar

Cómo cubren los periodistas un evento como la liberación de una terrorista. En la siguiente crónica, ellos son los protagonistas.

Entre empujones y flashes

Texto y fotos: Germán Olano
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Un arenal, vehículos estacionados al lado del camino, una tranquera, varios policías, dos centros penitenciarios, señoras vendiendo comida y periodistas. Estos elementos se convertían en parte de la composición como si se tratase de un gran bodegón esperando la toma. Pero, la toma no estaba ahí. La verdadera noticia se encontraba dentro del Penal Piedras Gordas 2 y los periodistas soportaban el sol y la arena en una más de sus odiseas.

El acceso era complicado. Después de más de una hora en auto, se debía solicitar el servicio de una moto taxi si no se contaba con vehículo particular. Después de unos 5 minutos, o un poco más, el bodegón se podía apreciar mejor. Los autos estacionados estaban identificados con el logo de los medios de comunicación a los que pertenecían.

A la 1 de la tarde, algunos periodistas se encontraban sentados, conversando, revisando equipos o preparándose para hacer alguna emisión o grabar hasta al más insignificante montículo de arena. Todos hacían lo mismo porque no tenían que hacer. De pronto, un vehículo salió del penal con una persona en el asiento de atrás que cubría todo su cuerpo. Los aburridos fotógrafos y camarógrafos rodearon el vehículo, pero 30 segundos después se dieron cuenta que el vehículo no importó.

Una periodista comenzó una transmisión en vivo e interrumpía la toma de otro que, mientras armaba un trípode, solo alcanzó a decir “por las huevas estudian 5 años en una universidad. Te apuesto que se queda ahí y nos jode a todos”. No habían pasado ni dos horas y todos los periodistas estaban condenados al desierto. El sol era intenso y la única protección de su luz se encontraba en forma de sombrilla, la misma que protegía los productos que vendía una señora. Muchos reporteros aprovecharon para comer y conversar con las comerciantes sin nada más que hacer.

De pronto, las plegarias de aburrimiento y cansancio se hicieron oír. Un grupo de víctimas del terrorismo aparecieron en medio del terreno árido y, con carteles en mano, se oponían a la liberación de Martha Huatay y las cámaras los rodeaban para tener alguna nota o foto. El silencio no existía, los propietarios de los carteles gritaban, los periodistas los llamaban para que miren hacia sus cámaras y, sin darse cuenta de un detalle, una de las corresponsales quebró el ruido con un llamado “Señor ¿Puede levantar el cartel por favor?”. Todos observaron cómo el hombre, sin una mano, intento sostener la cartulina que recordaba el atentado en Miraflores.

Caía la noche y no había más acción. Algunos periodistas se alejaban un poco para intentar conseguir señal, otros revisaban sus equipos, algunos dormían y otros recién llegaban para hacer relevo a sus agotados colegas. El personal del INPE formó una línea de seguridad y eso despertó a los reporteros. Las cámaras comenzaron a ordenarse cerca a la tranquera y a espera cualquier noticia. Algunos compañeros usaban radios para comunicarse con sus lugares de trabajo y así ser informados. Uno de los que usan una radio le dice a un reportero “habla, habla”, el reportero se dispone a probar el micrófono repitiendo “hola” y el de la radio grita “¡No huevón, estás en vivo!”.

Un vehículo se acerca y sorprende a todos porque era el que recogería a Martha Huatay. En eso momento comenzó el espectáculo. La fiesta de empujones y flashes creaban una danza en la arena y alrededor del vehículo. Una mano se estiro y logró abrir la puerta del copiloto. Dos con micrófonos en mano se introdujeron en la propiedad privada y, el anciano copiloto, solo respondió con puñetes y empujones. Después, otro periodista tocaba el vidrio del auto para preguntarle la misma pregunta que ya le hicieron 30 veces “¿Viene a recoger a Martha Huatay?”. Otro periodista solo dice “no te va a decir que si huevón”.

Finalmente, el evento principal se asomaba con un trapo en la cara, lentes oscuros, una silla de ruedas en el asiento de atrás del vehículo y en lágrimas. La tranquera se abrió, un periodista, dos periodistas, todos. El vehículo avanzaba y todos luchaban contra la máquina para poder conseguir la foto de su rostro o el video del mismo. El personal del INPE comenzó a empujar y un camarógrafo se fue al piso. Otros periodistas subieron a una camioneta que su puso delante del vehículo de la terrorista para impedir su avance. Luego, en un momento de descuido, el auto se escapó de los periodistas y salió del arenal. Muchos reporteros no lo pensaron y siguieron con sus autos el vehículo que sufrió el periodismo. Todos, menos uno. Un pequeño vehículo blanco seguía estacionado “se va a meter a un garaje y no le vas a poder ver la cara, sería ir por las puras”.

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El explorador de tesoros submarinos

05/01/2017 by Mabel Aguilar

Historias desde el fondo del mar.

Por: Daniel Robles Chian

En el mar peruano hay una guerra detenida: navíos de combate, cañones de bronce y balas de fierro se encuentran sumergidos desde hace doscientos años. Jorge Álvarez Von Maack fue un buzo que descubrió esta civilización debajo del océano. En sus cacerías deportivas, encontró famosos buques de guerra sumergidos en el mar peruano. Hoy, a sus 63 años, es un explorador submarino que podría enriquecerse vendiendo las piezas que encuentra. Pero su misión es distinta: Von Maack las dona a museos.

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Jorge Álvarez posando con la espada del buque Rímac que conserva en su hogar.

En 1980, Jorge Álvarez von Maack se sumergió en el mar de Chorrillos y, en vez de encontrar lenguados y trambollos, descubrió cañones de fierro y pestillos de bronce que no pertenecían al fondo marino. Entonces von Maack era un buzo que capturaba meros de cien kilos en torneos de pesca submarina en San Bartolo o Ancón. Pero aquel día de 1980, a mil metros de la costa, descubrió pedazos de madera y cañones que pertenecían a un navío hundido que en ese momento no pudo reconocer. Diez años después, cuando Von Maack ya había reemplazado el snorkel y las aletas por libros de historia marítima de hemerotecas de Chile e Inglaterra, el buzo descubrió que esas armas de guerra que había encontrado en el mar de San Pedro pertenecían al navío San Martín, buque insignia de la Expedición Libertadora del Perú. Paradójicamente, el San Martín no se había hundido en combate, sino durante una misión comercial, en julio de 1821, a mil metros de distancia de lo que ahora es el Club de Regatas Lima.

De modo que en febrero de 1993, junto con la Marina de Guerra del Perú, Von Maack volvió a ingresar al mar en busca de nuestro pasado. Esta vez, a bordo de la lancha patrullera Río Piura, no solo encontró pedazos de madera, sino un cañón de bronce que medía más de tres metros. Ese descubrimiento, y la posterior donación del cañón al Museo Naval del Perú, inició la leyenda de Von Maack, el cazador de tesoros que, en vez volverse millonario con los tesoros que encontraba, decidía donarlos a museos en beneficio de la nación. Los periódicos se encargaron de difundir la noticia y directores del Museo Naval del Perú, como Alfonso Aguero, le agradecieron las donaciones y declararon que Von Maack —»era un connotado deportista de caza submarina que había descubierto objetos de valor histórico en la bahía de Chorrillos»—.

Pero en 1996, tres años después de su rescate, el cañón había desaparecido del Museo Naval del Perú. <<Lo encontré en un jardín, frente a la Capitanía del Puerto del Callao, sin ninguna referencia o leyenda que indicase a las personas que ese objeto pertenecía un buque insignia e histórico. ¡Lo habían colocado como un objeto de decoración sin siquiera mencionarme como uno de los descubridores!>>, exclama Von Maack, y se indigna por primera vez en toda la tarde. <<Me daba mucha lástima. Era una herejía exponerlo así. Incluso se me pasó por la cabeza que mejor hubiera sido donarlo a un museo privado>>, reafirma Von Maack, quien se negó a vender el cañón a pesar de que un coleccionista privado le ofreció un departamento a cambio de la pieza. Hoy en día, el cañón puede valer veinte mil dólares si al comprador solo le interesa utilizar el bronce del arma, pero para quienes entienden su valor histórico, esta pieza puede valer mucho más.

Sus hijos, Diego y Percy, lo catalogaron hace algunos años como el “rey de las cartas”. Percy Álvarez, su hijo que ahora tiene 23 años, recuerda que cuando su padre tenía estos conflictos por la defensa de sus piezas, no protestaba gritando o de manera violenta, sino a través de decenas de cartas que enviaba a las embajadas de Chile, Argentina o al Instituto Sanmartiniano del Perú. <<Hasta ahora conservamos cajas repletas de cartas que mi padre enviaba a distintas instituciones. Deben de haber miles. Era su forma de proteger el patrimonio histórico del Perú>>, recuerda su hijo Percy. Finalmente, Von Maack logró que el cañón de bronce vuelva a ser exhibido dentro de la Capitanía del Puerto del Callao, y no en una jardinera. Pero lo cierto es que su pasión por el mar y por dar a conocer sus tesoros sumergidos no comenzó con la arqueología submarina, sino mucho tiempo antes, cuando su padrino le regaló un snorkel y un par de aletas.

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Foto: Daniel Robles

Entonces Jorge Álvarez era un niño de ocho años y buceaba en los veranos en San Bartolo. Se sumergía un metro y regresaba al instante a la superficie. Pero con los años, el gusto por el mar fue creciendo y sumergirse un metro no fue suficiente. Así que cuando cumplió veinte años, empezó a practicar caza submarina con expediciones en San Bartolo, Pucusana y Ancón. Durante sus años de juventud, cazaba chitas, ojos de uva y meros. En los torneos de caza submarina, Von Maack llegaba a bucear en el mar durante más de seis horas en un día. Los buzos se sumergían sin tanque de agua, en la modalidad apnea (en donde se aguanta la respiración), y el futuro explorador de buques hundidos debía regresar a la superficie cada 2 o 3 minutos para respirar. Al final de la jornada, se sumaba el peso de todos los pescados y ganaba el equipo que acumulara más kilos. Este era un deporte que podía resultar peligroso para los competidores: <<Tengo amigos que he rescatado bajo el agua. Con mucha pena, los he recuperado>>, se sincera Von Maack.

Sin embargo, no solo fueron los peces los que captaron el interés de Von Maack. Durante estos torneos, que le permitieron al buzo conocer casi toda la costa peruana, él observaba arrecifes artificiales que se formaban en torno a barcos y piezas hundidas. Cuando cumplió 40 años, decidió alejarse de la caza submarina y asimiló el comportamiento de la vida en el mar: <<El mar es una forma de vida extraordinaria. Los seres marinos son puros y todo corresponde a un proceso de evolución: el pez grande se come al chico para alimentarse, pero no matan por placer o competencia. Eso es inconcebible en la vida marina>>, dice Von Maack. De su época como cazador, conserva en su hogar un arpón y en su memoria su récord de pesca: un mero de más de 100 kilos.

Dejar la caza submarina no significó separarse del mar: fue el punto de partida para empezar a encontrar y recuperar esos tesoros que había visto en sus decenas de expediciones en el fondo del océano. Además del cañón de bronce del navío San Martín, Von Maack encontró cerca del puerto de San Juan de Marcona, a cinco metros de la orilla, piezas del buque Rímac, que se hundió en 1855. En una edición crítica de Tradiciones Peruanas (de Ricardo Palma), editada por Julio Ortega y Flor María Rodríguez-Arenas, esta última menciona que Palma estuvo en ese buque cuando se hundió, y que el escritor sobrevivió al naufragio después de <<andar tres días entre arenales pasando la pena negra>>. Von Maack encontró cañones, piezas de bronce, plomo, y una espada que ahora conserva en su hogar. En otra oportunidad, el buzo recuperó restos del buque chileno Covadonga (que combatió en la Guerra del Pacífico) cerca de Chancay. Recuperó dos espadas: una la donó al Museo Naval y otra permanece en su hogar. <<Uno puede pensar que solo es una labor de sumergirse en el mar; pero también es necesario ser un ratón de biblioteca para saber la historia del barco hallado>>, dice el buzo, quien fundó el Instituto Nacional de Arqueología Marítima, INAM. <<Algunos miembros del instituto viajaron al Archivo General de Indias de Sevilla para buscar más información sobre los buques que encontrábamos>>, recalca.

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En su departamento, Álvarez posa con la espada de Covadonga y un colmillo de cachalote

En el mundo, no todos los buscadores de tesoros están interesados en donar las piezas como lo hace Von Maack. Encontrar los restos de navíos extraviados se ha vuelto un negocio tan rentable que hay empresas que se dedican a encontrar y vender tesoros submarinos. Una de ellas es la compañía norteamericana Odyssey Marine Exploration, que tuvo una disputa con España para ver quién debía quedarse con las 500 mil monedas de oro y plata de la fragata Mercedes. La empresa Odyssey encontró las monedas y se estimó que su valor sumaba un total de 500 millones de dólares. Sin embargo, España reclamó a un tribunal norteamericano que ellos debían conservarlas, pues argumentaban que la fragata Nuestra Señora de las Mercedes no era un buque comercial, sino un buque de la Armada española, es decir, un buque de Estado. Incluso Perú reclamó que las monedas les pertenecían, pues argumentaban que estas fueron acuñadas en Lima. Finalmente, España se quedó con el patrimonio no sin llevarse una sorpresa después de realizar la investigación con las piezas: el valor real de las monedas no superaba los 10 millones de dólares, una cifra lejana a los 500 millones que se pensaba en un principio.

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El buzo con su antiguo arpón y las espadas del Cavadonga y el Rímac. Al lado, una foto en blanco y negro de cuando él era más joven.

<<Hay mucha gente que aprecia las actividades que realiza mi padre. Recuerdo que cuando era chico, el colegio le ofreció becar a Diego, mi hermano. ¿Por qué? Como una forma de agradecimiento por la labor cultural que realiza mi padre>>, dice Percy. El departamento de los Álvarez tiene una decoración ecléctica y está repleto de piezas antiguas, como si se quisiera mantener presente el pasado. Parece un museo ambientado en un departamento. La sala está rodeada por diversos adornos: pequeños piratas de porcelana, una estatua de una esclava mora que es herencia familiar, un colmillo de cachalote, cuadros religiosos, ojos de buey de barcos antiguos, una foto en blanco y negro enmarcada en un cuadro de Jorge Álvarez Von Maack cuando tenía 30 años, otra foto de su esposa pintada con carboncillo y… BONG… un reloj – también herencia familiar – que suena cada hora. Según Álvarez, tiene más de cien años de existencia. Jorge Álvarez Von Maack, un buzo que rescata el patrimonio cultural de nuestro país, es también un coleccionista.

Sus intereses son variados pero guardan un punto en común: descubrir campos poco explorados por las personas de a pie. <<El mar es increíble, sabemos más de Marte que del fondo del mar>>, dice el buzo. También, es un interesado en temas paranormales y metafísicos: tiene una página web sobre ovnis, trabaja con la radiestesia y el péndulo, y es un convencido de que las almas penan en ciertos lugares. Una de sus más grandes satisfacciones es que sus futuros nietos comenten orgullosos sobre todas las piezas que rescató el abuelo. Y que puedan afirmar de que, en vez de venderlas, las donó a museos para que todos los peruanos tengamos acceso a ellas.

Es un mañana tapada de sábado y Percy Álvarez está sentado en el cuarto de la computadora. Hay libros diversos en los estantes que no parecen guardar una temática específica: hay obras de filosofía, pasando por historia, hasta medicina. <<En realidad este cuarto antes estaba repleto de las cartas que enviaba mi padre denunciando atropellos al patrimonio cultural. Pero las movimos al depósito y hemos llenado el estante con diversos libros>>. Percy ha heredado este interés por la arqueología submarina: <<Siempre intento difundir los descubrimientos de mi padre; lo ayudo a crear páginas webs o a grabar videos sobre sus acciones>>, dice orgulloso. De pronto, me advierte que encima de nosotros, en una repisa superior, hay un cráneo que su padre encontró en una huaca. Al parecer, su hijo Percy ha heredado de su padre algo más que el aprecio por el patrimonio submarino:

  • Ese cráneo lo encontró mi papá, está ahí arriba desde que soy pequeño – me dice.
  • ¿Y por qué lo tienen ahí? – le pregunto.
  • En algunas viviendas antiguas conservaban cráneos. Lo hacían porque cuando el hogar se quedaba solo, se veía una luz, que era el alma del cráneo que cuidaba la casa. Bueno, al menos eso es lo que cuenta la leyenda… – culmina.

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Mamá, yo también quiero jugar

12/11/2016 by Mabel Aguilar

Por: Marisol Bustamante

“Yo no tengo familia, salgo con el flaco a conseguir dinero… vivo solo, mis papás me entregaron a un señor que me pegaba y me obligaba a trabajar, cuando pude me escapé.” (Víctima de 13 años de edad, originario de Huancavelica, captado en Lima.)

10922653_855345394530057_7423981979937921289_oFoto: Ministerio de la Mujer

En el Perú, la trata de niños existe. Según el CHS Alternativo las mafias operan, sobre todo, en Lima, Piura, Cusco, Puno, Arequipa y diversas ciudades de la selva. A sus ocho años, Gabriel ha trabajado más horas que un adulto en sus inicios. Nadie podría creer que este niño chaparro y flacuchento era la fuente de ingreso de quien lo trajo al mundo.

Hoy, la mendicidad infantil no aparece en los noticieros.

¿Ver trabajar a un menor de edad es algo normal?

A Gabriel lo obligan a trabajar en el Centro de Lima desde las 6:00 a.m. hasta las 8:00 p.m., pero esto quizá no es lo más fuerte de su historia. Lo conocí hace poco tiempo, cuando él estaba sentado sobre un pedazo de cartón, en una esquina de Jirón de la Unión. Vivía en Cantagallo, un asentamiento urbano ubicado en el distrito del Rímac de la provincia de Lima, Perú. Fue entonces cuando entendí que no era solo Gabriel, es más, entendí que no eran decenas ni centenas. Eran miles. Miles de niños que pasaban sus días cargando alguna golosina para vender en vez de un muñeco con el que jugar.

“Un día mi mamá alistó nuestras cosas y me obligó a ir con ella y con mi hermanita. Me separó de mi papá”, me lo contó una tarde fría de octubre. “Cuando llegamos a este lugar, ella se fue con un señor y me obligaron a salir a las calles a vender dulces, pero mi papá no sabe nada, mamá dijo que si le decía no me dejaría verlo nunca más”, comentó. “Yo no quiero trabajar”.

En nuestra sociedad es común ver a menores mendigar por las calles pidiendo limosna. En ocasiones estos se encuentran en pésimas condiciones, pasando hambre, frío, cansados y tristes. Lo que se desconoce es que, el captar, acoger o retener a un niño, niña o adolescente es considerado como trata de personas, y, es un delito que se paga con cárcel. Como lo indica la Ley Nº 28950: “la venta de niños, mendicidad, explotación sexual y laboral, y extracción o tráfico de órganos, serán tipificados como delito de trata de personas el cuál puede ser sancionado con pena privativa de libertad de hasta 35 años.”

***

Lima fría, sí, es un buen nombre para describirla. Eran un poco más de las 2 de la tarde cuando caminaba por la transitada calle Jirón de la Unión. Hacía frío y con un conocimiento básico de meteorología sabía que iba a llover. Caminaba, conocía, investigaba. Vi cosas tristes, vi cosas feas, vi momentos incómodos, vi la realidad. Fui con una amiga, un poco inquieta ella, me decía vamos a mirar ropa. Yo solo me detuve, apagué el cigarro, la miré y ella entendió. A lo mejor si no conocía la importancia del tema hubiera pecado de superficial. Caminé aproximadamente 45 minutos, y, en definitiva, 45 minutos no servían para conocer todo el ambiente, pero me bastó para conocer a Gabriel. La lluvia empezó.

Según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), en Lima se ha incrementado el número de mendicidad en menores de edad. Lo alarmante es que, gracias a testimonios rescatados por esta institución, se ha encontrado que muchos de estos niños tienen un valor monetario, es decir, son alquilados y explotados. Las mafias se organizan por redes internacionales, dedicadas a muchas actividades, como la prostitución o el tráfico de drogas. Lo lamentable es que, los menores estén acostumbrados a obedecer debido a la violencia física y psicológica que se ejerce sobre ellos.

Estaba sentado sobre un cartón en una esquina de Jirón de la Unión. Atándose los cordones, con su bolsa de caramelos al lado. Se levantó, buscó entre sus bolsillos, y se puso a contar las monedas del día. Mi amiga y yo nos acercamos. A solo un metro de él me atreví a hacerle el típico comentario que se le hace a alguien cuando lo conoces: Hola, ¿qué tal? Con una voz tímida y dulce, como si fuese sacada de dibujo animado, me respondió: Hola. Quien iba a pensar que con un simple hola comenzaría toda una historia para contar.

***

— Hola, ¿qué tal?

— Hola.

— ¿Cómo te llamas?
— Gabriel.
— Qué lindo nombre, mi hermano se llama así. Y, ¿Trabajas aquí siempre?
— Sí.
— ¿Tú mamá dónde está?

(Un silencio abordó la conversación).

— ¿Vives con ella?

— Sí.

— ¿Desde qué hora estás trabajando aquí?

— Desde tempranito.

— Y, ¿a qué hora vuelves a casa?

— En la noche.

 

***

En el Perú la principal causa de la trata infantil es la pobreza. Según la ONG Humanium, las familias humildes abandonan a sus hijos, los explotan o los trafican debido a la precaria situación económica por la que viven. Esto a su vez, genera el incremento de la mendicidad infantil, ya que los menores, al ser vulnerables, no pueden valerse por sí mismos y solo les queda una única opción: obedecer a su explotador y convertirse en víctimas.

A unos metros, una voz autoritaria, perteneciente a una señora robusta y con un estilo desaliñado, gritaba: ¡Gabriel!, ¡Gabriel, apúrate! Se fue. Gabriel se fue corriendo como si su vida dependiera de ello.

A los segundos de su partida unos pasos envolvieron mis odios. Volteé. Un polo color rosa con mangas marrones y un jean desgastado robó mi mirada. Fue entonces cuando unos labios resecos me dijeron: él es así, no habla con nadie. Ángel era un niño de 12 años, me contó que vivía con su hermano mayor, cerca del lugar. Su profesión: zapatero. Lo supe por la máquina de madera que sostenía en su mano. Al principio fue difícil explicarle quién era yo y por qué buscaba hablar con los niños del lugar, por suerte su inquietud tuvo un final pronto y le bastó escuchar que solo los quería ayudar. “Nosotros somos amigos porque trabajamos en el mismo lugar… cuando yo llego a las 10 de la mañana Gabriel ya está en la Plaza trabajando” dijo Ángel con un sonrisa picarona y unos ojos transparentes. Él es zapatero, pero sus zapatos no estaban tan buenos.

***

Recuerdo que leía un diario local, “Mafias alquilan a niños a S/.5 para que mendiguen en calles”, decía el titular. Primer pensamiento: esto no puede estar pasando en Lima. ¿Por qué robarle la infancia a un niño? Pero eso no es lo más alarmante. El Jefe de la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad, Julio Rojas Julca, mencionó que hay dos tipos de explotadores de niños y adolescentes: el primero, los padres, hermanos o apoderados; el segundo, las terceras personas. ¿Cómo un padre puede alquilar a su hijo? Indignante, pensé.

Pasaron dos días para que volviera a visitar la pintoresca calle. Lo busqué. Lo encontré. Me acerqué a él y lo invité a comer. Se negó.

Gabriel vivía con su papá, pero luego su mamá lo trajo a Lima, junto con su hermanita menor, a la casa de un señor. Desde ese día lo obligan a trabajar desde las 6:00 a.m. hasta las 8:00 p.m. vendiendo dulces en el Centro de Lima. Lo tienen amenazado, si Gabriel no obedece su hermanita paga las consecuencias. “Si no hago lo que ella quiere dice que le pegará a mi hermanita, yo quiero mucho a mi hermanita… a él lo extraño mucho, cuando sea grande iré en esos buses grandes y lo buscaré”, dijo. A él no lo llevan a la escuela y tampoco le dejan tener amigos. “Veo a los otros niños jugar y siempre le digo a mi mamá que yo también quiero”, me contó Gabriel.

Los lugares con mayor número de mendicidad infantil según el CHS Alternativo son: la plaza San Martín, Plaza de Armas, y la avenida Abancay en el Centro de Lima, el mercado de frutas en La Victoria, el terminal pesquero en Villa María y varias zonas del Rímac, San Martín de Porres, Los Olivos y Comas. Los lugares se conocen, las autoridades los conocen.

***

Todavía no lo entiendo. Pensé que estábamos conversando bien. Mis cordones se desataron, me agaché. Él se fue. Intenté detenerlo, pero solo corrió.

Pregunté a los ambulantes, pregunté a otros niños. Nadie supo qué había pasado.

Yo solo sabía que había conocido a Gabriel, un niño al que le cambiaban los juguetes por trabajo y nadie hacía nada.

Mi último recuerdo: un cuerpito flacuchento, corriendo, obligado por su madre a una vida que nadie merece pasar.

— ¿A la señora?

— No, no la volví a ver, no se apareció.

(Los nombres de las personas que aparecen en esta historia se han modificado para proteger su integridad; también algunos lugares que podrían resultar comprometedores)

000108622W.jpgFoto: Ministerio de la Mujer

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Un coleccionista en busca del legado de César Vallejo

25/09/2016 by Mabel Aguilar

Por: Daniel Robles

Jorge Luis Kishimoto es un coleccionista de múltiples documentos sobre César Vallejo: desde estampillas, pasando por traducciones de sus obras, hasta una copia de la tesis de Vallejo con las anotaciones de Julio Quevedo y el expediente judicial en contra del poeta. Lleva más de tres décadas investigando sobre Vallejo y su biblioteca se ha convertido en un gran archivo histórico.

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kishimotoFoto: Daniel Robles

En el séptimo piso de un edificio gris en San Isidro, Jorge Luis Kishimoto atiende llamadas en un cuarto blanco rodeado de libros, papeles y documentos antiguos. Además de ser la oficina de su agencia de comunicación, el departamento es la biblioteca donde el coleccionista Kishimoto conserva los diversos hallazgos de libros, cartas, y accesorios relacionados con el poeta César Vallejo. <<Tengo miles de documentos>>, dice Kishimoto, mientras me enseña antologías del poeta traducidas al ruso, al coreano y al hebreo. En su escritorio, posa un busto blanco del poeta universal sobre el que cuelgan unos audífonos. Revisando los archivos de diarios, como el de La Industria, en Trujillo, Jorge Luis encontró las primeras versiones publicadas de algunos poemas de Trilce y Los Heraldos Negros. La búsqueda empezó cuando el adolescente Kishimoto, en la casa de su amigo Luis Monguió, leyó un libro que contenía un trabajo crítico sobre Vallejo.

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César Vallejo traducido. Antologías de la obra de Vallejo traducido al ruso (libro verde) y al coreano (libro amarillo)
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César Vallejo traducido al hebreo.

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Entonces el ingeniero – ahora comunicador – tenía 18 años y estudiaba Ingeniería Civil en la universidad. A la par, se había matriculado en la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos, aunque duró menos de dos años porque le fue imposible llevar dos carreras al mismo tiempo. <<A pesar de ello, nunca me desligué de la literatura. Asistía a recitales en el Centro de Lima y de vez en cuando terminaba en el bar Queirolo con mis compañeros>>, dice Kishimoto. Con el paso de los años, Kishimoto se sorprendió de los pocos documentos que se tenían conservados sobre el vate universal. <<Los peruanos no valoramos la importancia de Vallejo para las letras. Incluso algunos escritores (como Thomas Merton) lo consideran el más grande poeta universal después de Dante>>, menciona el coleccionista. Entre sus diversos hallazgos, uno de los que más valora Kishimoto es la tesis con la que Vallejo se graduó de bachiller, titulado <<Romanticismo en la Poesía Castellana>>, en la Universidad de La Libertad.

Si hay una creencia que el coleccionista quiere derribar, es la que asocia a Vallejo con una persona melancólica, introvertida y taciturna. En el artículo que escribió para el libro Intensidad y Altura de César Vallejo, editado por Ricardo González Vigil, Kishimoto detalla el gran activismo de Vallejo: <<En el Centro Universitario (de la Universidad de La Libertad), Vallejo forma parte de la comisión encargada de organizar la celebración del 7 de junio (Batalla de Arica), y de la comisión que debía llevar adelante charlas universitarias>>.

Además, el hecho de que haya ejercido como maestro (fue profesor de Ciro Alegría) y que haya declamado muchas veces en público muestran a un Vallejo con gran vitalidad. En una noticia del diario La Reforma, fechado el 25 de septiembre de 1915, se informa que Vallejo declamó, desde los balcones de la casa de la familia Goicochea, su poema titulado <<Primaveral>>.

Además, Kishimoto encontró una noticia del mismo diario donde se da a conocer la participación de Vallejo en un curso de instrucción premilitar (para estudiantes universitarios) junto con Raúl Haya de la Torre, Federico Esquerre, entre otros. La noticia de La Reforma, del año 1916, está adjunta en la parte inferior y dice:

<<La militarización en la universidad. Extraordinaria animación se notó en los claustros universitarios durante la tarde de ayer, con motivo de la apertura del registro de inscripción para la militarización universitaria (…) Entre los muchos estudiantes que estuvieron ayer a inscribirse recordamos a los siguientes: (…) Raúl Haya de la Torre, Federico Esquerre (…), César A. Vallejo>>.

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Según Kishimoto, la participación de César Vallejo en mítines públicos y políticos le ganó algunos enemigos. Por esta razón, fue acusado de haber participado en el incendio de una propiedad de Carlos Santa María y Kishimoto encontró, en el Archivo Regional de La Libertad, el expediente judicial contra Vallejo, del que tiene una copia en su oficina. Este dice:

<<CONTENIDO: SANTIAGO DE CHUCO: Instrucción seguida por Carlos y Alfredo Santa María y Carolina Aranda, vecinos de esta ciudad, contra (…) César Abrahán Vallejo Mendoza, y Otros por homicidio frustrado, robo, incendio y otros delitos en sus tiendas de comercio realizados el día domingo primero de agosto>>. Fecha de Inicio: 06 de agosto 1920.

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Incluso cuando Vallejo salió de la cárcel y se fue a vivir a Europa, el juicio continuó. En los siguientes documentos del expediente, de 1926 y 1927, se indica que Vallejo – que ya residía en Europa – debe asistir a la audiencia por el juicio que tenía en contra. En el siguiente documento de fecha 13 de octubre de 1926, se lee:

<<El Sr. Oficial Mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores, en oficio nº241, del 5 del actual, dice lo siguiente: “En respuesta a su oficio del 13 de setiembre último, me cumple informarle que he me dirijido a la Legación en Francia a fin de que notifique a don César A. Vallejo para que se constituya en Trujillo el 26 de noviembre, a las dos de la tarde, para asistir a la audiencia para el juzgamiento de don Héctor Vásquez i otros>>

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En este otro documento del expediente, se lee <<Por disposición del Tribunal Correccional del Distrito Judicial de esta Corte (…) disponer lo conveniente para que se notifique a los acusados Héctor M. Vásques (…) y César A. Vallejo, residente en París, con el objeto de que concurran a la audiencia, que para su juzgamiento, se realizará en el local de esta Corte, el viernes 17 de Junio próximo a las 2 de la tarde>>.

A pesar de ello, su abogado Carlos C. Godoy responde que la presencia de Vallejo (que vivía fuera del país) ya no era necesaria en la audiencia: <<La concurrencia de este acusado (Vallejo) a la audiencia respectiva se declaró innecesaria por resolución que ha quedado ejecutoriada, y como, de otro lado, mi defendido cumplió con señalar domicilio en esta Ciudad, que fue el requisito único que se le exigió al ordenar su libertad por el auto de 24 de febrero de 1921 (…), pido al Tribunal Correccional se sirva, con audiencia del Ministerio Fiscal, declarar insubsistente la citada resolución, no solo, en cuanto manda a llamar por edictos al acusado, don César A Vallejo, sino en cuanto manda librar despachos a Francia y España, sin especificar las autoridades que deben tramitarlos>>, con fecha de 31 de octubre de 1926.

En la actualidad, Jorge Luis Kishimoto tiene 53 años y asegura que ningún cheque en blanco equivale al gran patrimonio vallejiano que ha logrado recuperar y conservar. <<Recopilar toda esta información me ha llevado 35 años. Si dono mi material a otras instituciones, puede que no lo cuiden como deberían, pues ellos no han dedicado tiempo y esfuerzo para conseguirlo>>, dice Kishimoto. Si bien su biblioteca es privada, el coleccionista acepta visitas de quienes quieran tener acceso a su colección.

<<Las primeras versiones de poemas de Trilce o los Heraldos Negros que tenía Kishimoto me ayudaron mucho para elaborar una edición sobre la poesía Vallejo en 1992>>, dice el crítico literario Ricardo González Vigil. González Vigil conoció a Kishimoto en 1986, en un evento de homenaje al poeta organizado por el Banco Central de Reserva. <<Yo me centraba más en la parte crítica sobre las obras de Vallejo, pero Kishimoto era un experto en encontrar y comparar diferentes versiones de los poemas del poeta>>, dice el crítico literario, quien complementa: <<Después de terminar aquella edición de 1992, coloco en los agradecimientos que Kishimoto tenía la mejor biblioteca sobre César Vallejo. En esa época, eso podía ser provocador, porque Jorge Luis era un joven que recién se estaba dando a conocer>>.

La biblioteca del coleccionista también se ha nutrido por amigos que le han regalado obras de Vallejo traducidas a otros idiomas; y por los constantes viajes laborales que realiza Kishimoto. Estos le permiten buscar en las bibliotecas de otros países más documentos sobre el poeta. Por casualidades del destino, Jorge Luis Kishimoto se enteró de que el abuelo de su suegro – Abraham Arias Peláez – fue profesor y padrino de confirmación de Vallejo. Además, la hija del abuelo de su suegro – la señora Elvira – también conoció a Vallejo, y le contaba a la familia que el poeta era “flaquito, visitaba su casa con sombrero y una vez le pidió prestado un libro de poemas de su padre que olvidó devolver”. Para Kishimoto, una de las gratificaciones más grandes de haber encontrado tantos documentos sobre el poeta es entender sus poemas a cabalidad: <<En el poema Dados Eternos, él escribe “Tú no tienes Marías que se van”. Solo puedes entender ese extracto del poema cuando sabes que se refiere a la muerte de María, su madre; y a la de María Rosa Sandoval, una enamorada>>. Ahora, Kishimoto quiere tener acceso a la última libreta de notas que Vallejo escribió cuando estaba en su lecho de muerte.

«De muchos documentos existe, al menos, una copia. Me puedo pasar cinco horas buscando en bibliotecas o en archivos sin encontrar nada. Pero sé que en algún momento los encontraré» – culmina Jorge Luis.

 

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