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Punto Seguido - UPC

Revista Punto Seguido - UPC presenta noticias, crónicas, fotos, videos, entrevistas, reportajes y contenidos en 360. Publicación digital de los estudiantes de Comunicación y Periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.

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Lizardo Cruzado: “Tengo mi vida partida en dos pedazos: de un lado lo médico y del otro lo literario”

02/10/2021 by Mabel Aguilar

Cruzado ha sido elogiado desde muy joven por personajes literarios tales como Blanca Varela y Javier Sologuren. Foto: Cortesía de Pesopluma/Juan Manuel Calisto.

En esta entrevista exclusiva para Punto Seguido, conoce al autor de “No he de volver a escribir”, libro ganador del Premio Nacional de Literatura 2021 en la categoría de poesía.

Escribe: Luana Baca

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Dice que su pasión es leer narrativa, que su inspiración es la vida entera y que, si tuviera que describirse en una sola palabra, la que escogería sería “gordo”. Este es Lizardo Cruzado, un poeta trujillano, de 46 años de edad, psiquiatra de profesión, llamado por algunos creador o pionero del “realismo chistoso” y hoy ganador del Premio Nacional de Literatura 2021 en la categoría de poesía. 

Ha escrito dos libros. El primero, titulado “Este es mi cuerpo”, se publicó en 1996, y, además de ser difícil de encontrar, se consideraba de culto. Después no volvimos a escuchar de él en la esfera literaria hasta 22 años después, cuando en el 2018 reeditó ese poemario con la editorial Pesopluma. Pero, su reaparición “oficial” fue en el 2019, cuando publicó “No he de volver a escribir”.

 En “Este es mi cuerpo” usted ha dicho que hay poemas que escribió desde los 12 años. ¿Cómo fue que inició a escribir?

Para mí la escritura fue como un juego de la infancia. Cuando uno es pequeño a veces se proyecta el futuro y se imagina haciendo ciertas cosas y yo me imaginaba siendo escritor, por lo que jugaba a ser escritor. Con la adolescencia, y mi perspectiva vital distinta, se asomaron algunas de mis vivencias en los escritos. 

¿Por qué poesía?

Es que yo quería escribir novelas o relatos, pero eso implica tiempo, preparación y disciplina. La poesía, que es usualmente más breve y a veces surge de un ramalazo de inspiración, fue más accesible a mis escuetos talentos y posibilidades. 

¿Su ciudad natal, Trujillo, tuvo influencia en su obra? 

Estrictamente, no como un parámetro específico de paisaje o de región o de provincia. Cuando uno es niño, su hogar es su hogar, y el recuerdo de su hogar, las vivencias infantiles, se dan inevitablemente al margen de que uno haya vivido en uno u otro sitio. Al final, Trujillo es una ciudad urbana de la costa, como muchas otras. 

Entonces, ¿cuál diría que fue su mayor influencia? 

Siempre he escrito desde mi perspectiva vital, desde las cosas que me pasan. Enamorarse, tener acercamientos o distanciamientos de los padres, las primeras experiencias vitales de un individuo que se aleja de la infancia y se acerca a la adultez. 

En una entrevista con TV Perú mencionó que siempre supo que sería médico, ¿por qué?

Yo recibí esa influencia desde muy temprano por mi padre, y uno solo puede estudiar medicina cuando acaba la secundaria. En cambio, la literatura la puedes hacer desde pequeño, desde que sabes escribir. En un medio como el nuestro también sabemos que una vocación literaria muchas veces tiene que lidiar con escaseces. Desde ese punto de vista, ser médico era algo serio, dedicarse a la poesía era un hobbie.

¿Y por qué decidió especializarse específicamente en psiquiatría? 

La psiquiatría es el ámbito de la medicina más ligado a aspectos sociales, culturales, y no solamente biológicos o farmacológicos. Hay más intersección entre la psiquiatría y las artes, la cultura y los temas sociales que en otros ámbitos de la medicina. 

¿Por qué dejó de lado su fase de literato? 

No dejé de lado mi fase de literato, sino que tenía que ocuparme de una carrera que es absorbente y exigente. De hecho, dentro de la carrera médica hago docencia, investigación, escribo artículos científicos. Si pudiera vivir de la literatura médica, lo haría. Tengo mi vida partida en dos pedazos: de un lado lo médico y del otro lo literario. No es que yo no escriba o que escriba poco, es que escribo otras cosas. Normalmente la gente que ve literatura ignora la parte médica y los de la parte médica ignoran la literatura. 

¿Fue por no querer despegarse por completo que creó su blog Desde el Manicomio? 

El blog lo empecé cuando había terminado la especialidad, en la época en la que trabajaba menos. Y uno empieza a adentrarse en cosas de su especialidad que la formación a veces no ha llegado a cubrir del todo. Me sirvió para centrarme más en mi ámbito profesional. Pero no dejó de asomar esa vena artística. Algunos decían que el blog era literario, no psiquiátrico. 

¿Cómo lo convencieron de reeditar “Este es mi cuerpo”? 

Eso habría que preguntárselo al editor. A mí no me tuvieron que convencer porque yo nunca me opuse. Como le decía a Teo Pinzás, mi amigo editor: “Tú me has huaqueado cuando ya estaba yo en el olvido”. 

¿Considera que su estilo de escritura desde “Este es mi cuerpo” hasta “No he de volver a escribir” ha mejorado? ¿O más bien lo llamaría una evolución? 

La verdad es que no sabría decirle, yo creo que es inevitable que uno envejezca y, como dice el epígrafe de mi último libro: “No he de volver a escribir como lo hice cuando el corazón era joven”. 

¿Qué ha significado para usted el haber ganado el Premio Nacional de Literatura 2021?

Me ha dado mucha alegría. Algo totalmente inesperado, porque esta es una postulación que hacen las editoriales. Inevitablemente sentí el agrado de un galardón que de alguna manera hace resucitar a ese muchacho adolescente que empezó a escribir desde hace mucho tiempo, que había estado sumido en una nebulosa distante y perdida. Que de repente encuentra a la poesía con alegría nuevamente, con vida y con ese placer que implica el reencuentro. 

¿El título de “No he de volver a escribir” es una amenaza real?

(Risas). Es solo un recurso literario. Pero, claro, suena sugestivo. No vivo escribiendo poesía, lo hice cuando era joven, lo volví a hacer después de mucho tiempo, no tendría por qué prohibirme una actividad que, para mí, es maravillosa, no obligatoria. Me provoca placer, contento, distracción y hay personas que disfrutan de lo que escribo.

Entonces, por lo pronto, no debemos esperar nuevos proyectos literarios, ¿verdad? 

Jamás he tenido proyectos. Escribía de adolescente porque era un juego, y ya últimamente porque me dijeron “oye, ¿por qué no escribes algo?”. En realidad, los libros que tengo son compilaciones de poemas, no versan de un solo tema. Son simplemente fragmentos de mis pasos por el mundo, de las cosas que me tocan vivir, y que, a veces, se vierten en versos.

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Quilca, la nostalgia del Boulevard de la Cultura

22/06/2021 by Mabel Aguilar

A más de 5 años del desalojo de los icónicos libreros, rememoramos el entrañable Boulevard Quilca en el Centro Histórico de Lima, paraíso de la literatura, emblema «underground» y cuna del movimiento contracultural nacido en medio de la profunda agitación política de los 80s y 90s.

Jr.Quilca. Foto: Lorenzo Camere.

Por: Fiorella Gallardo Morales.

Hubo alguna vez en las calles de Lima un sueño libresco. El esplendor cultural del jirón Quilca, fundado por el conquistador Francisco Pizarro y cuyo nombre de origen quechua significa “escritura”, no pertenece solo a la leyenda oral. Sus bares y restaurantes solían albergar la animada e inacabable discusión de artistas, poetas, escritores, músicos e intelectuales que intercambiaban sus proyectos e ideas sobre la problemática peruana de aquellos años.

Eran tres cuadras de locales repletos de novedades, ediciones piratas, revistas de segunda mano y todas las joyas literarias que pudiese imaginar el más anheloso lector. Sus calles fueron cuna de un movimiento que marcó generaciones. “Surgieron grupos de rock subterráneo, poesía, teatro, grupos literarios”, recuerda Pedro Ponce, uno de los primeros libreros en instalarse y el dueño de Librería Rocinante. Cientos de jóvenes se redescubrieron a través de aquellos movimientos en una época complicada por el terrorismo. En aquel espacio de creación plasmaban las frustraciones que vivían en la Lima de los 80s y 90s. Sus canciones se convertían en himnos para esos años de violencia política. Los templos de toda aquella movida underground eran espacios como el recordado El Averno, un centro contracultural histórico. Hoy, Ponce describe aquel desaparecido espacio cultural como el encuentro de la calle pura y dura con la gente del pueblo.

Foto: Rockzilla
Centro Cultural El Averno. Foto: Rockzilla.

“Durante todo ese tiempo se generó un movimiento cultural conocido como contracultura capitalina. Todo ello hizo que en Quilca se articulará un corredor cultural crítico y alternativo”, cuenta Pedro. La historia y las anécdotas que atesora lo confirman.

Ponce recuerda con nostalgia los infinitos libros que pasaron por sus manos en las épocas doradas del Boulevard de la Cultura. Los libros más valiosos para él fueron las primeras ediciones de “Heraldos Negros” y “Trilce” de César Vallejo. Una edición preciosa de Joaquín Ibarra del Quijote de 1780 en cuatro tomos aún perdura en su memoria; así como una revista llamada “Cosmopolis”, la cual guardaba un poema inédito de Carlos Oquendo de Amat.

La historia de Quilca nos hace evocar también el cercano café afrancesado llamado Palais Concert. En los años XX, este local recibió a escritores como César Vallejo, José Carlos Mariátegui o el escritor costumbrista Abraham Valdelomar quien dejara una frase célebre para retratar la historia del lugar: “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert soy yo”.

Foto: Contexto Independiente.

Hoy, la calle de Quilca ha cambiado. En 2008 el Arzobispado de Lima interpuso una demanda de desalojo a los libreros luego que el contrato de arrendamiento de 1997 se venciera. El plan era convertir el paraíso de la cultura alternativa en un estacionamiento subterráneo, locales comerciales y departamentos. Finalmente, en el 2016, más de 60 libreros fueron desalojados. Entre ellos Pedro Ponce. Algunos buscaron otros lugares. Unos alquilaron algunos locales por las inmediaciones. Otros se fueron al Rímac. Ponce comenta lo decepcionante que fue para todos dejar su local tras más de 15 años y que, lamentablemente, por no ser unidos cada uno está por su lado.

Un año antes de aquel desalojo, Ponce había adquirido, junto a tres colegas, el local que se convertiría en su adorada Librería Rocinante. En el Jr. Rufino Torrico 899, en el corazón de Lima, se alza la librería cuyo nombre hace a todo aquel que pase por la zona evocar las aventuras del afamado personaje de Cervantes y su fiel caballo al cual tardó cuatro días en nombrar.

Repleta de joyas literarias, la historia de su fundación no es menos difícil que los retos que hoy asume como librería independiente en el Perú. Sin embargo, Pedro Ponce, su fundador, mantiene el mismo compromiso con la difusión de la cultura que impulsó su creación años atrás cuando era apenas un stand en el Boulevard de la Cultura en Quilca en los años 80, en aquellos entrañables años de resistencia y cultura alternativa.

Créditos: Fiorella Gallardo Morales.

 

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Literatura sin cuarentena: 5 libros sobre la pandemia en el Perú

13/09/2020 by Mabel Aguilar

Ahora puedes disfrutar de los nuevos ingresos en su formato digital             Foto: Pexels

Escribe: Pamela García Godos Bengoa
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Con más tiempo en casa, los libros acompañan a muchos en las tardes frías de nuestra ciudad. Últimamente, y de una forma novedosa, se han publicado textos enfocados en la pandemia por el COVID-19. Hoy, Punto Seguido te trae la lista de 5 libros peruanos que tratan este tema y que ¡deberías leer!

1. La Encerrona – Marco Sifuentes

“La Encerrona” es un proyecto creado por el periodista Marco Sifuentes con la llegada del coronavirus al Perú el mismísimo 16 marzo de este año. Sifuentes, desde su propio encierro en Madrid, inició la emisión en sus redes sociales de un mini noticiero con la intención de informar sobre los acontecimientos políticos y sociales en el marco de los avances de la pandemia en el Perú. Además de combatir las fake news y la desinformación que circulan por el ciberespacio.

En una nueva entrega, Sifuentes hace una selección de los episodios emitidos durante la cuarentena generalizada en el país y lanza su libro “La Encerrona. Diario de un podcast en cuarentena”. Una crónica, como repaso de los acontecimientos más resaltantes que se desarrollaron día a día en el mundo, pero, sobre todo, en el Perú. Presentándose en la 25 Feria Internacional del Libro de Lima y convirtiéndose en uno de los libros más vendidos en su primera semana de publicación. El libro fue lanzado bajo la editorial Planeta y puedes encontrar su versión digital por PEN 12.90.

2. Covidman: La bitácora del escritor con coronavirus – Luis Francisco Palomino

Tras dar positivo al COVID-19 luego de un viaje por Europa para presentar uno de sus últimos libros, Luis Francisco Palomino retrata su testimonio en la novela “Covidman: La bitácora del escritor con coronavirus”. Los objetivos de esta obra son crear conciencia sobre los cuidados para evitar la propagación de la enfermedad, y explorar los miedos y deseos de los jóvenes de Lima durante la pandemia.

Este proyecto de libro fue elegido entre 265 postulantes al ganar el reto InnovaCovid-19 del Ministerio de la Producción. Fue lanzado a las plataformas digitales el 9 de agosto y actualmente cuenta con dos primeras partes disponibles y una próxima tercera entrega a publicarse en octubre. Puedes encontrar este libro totalmente gratuito en covidman.pe.

3. Infodemia – OjoPúblico

El medio de comunicación de investigación ha creado el primer libro sobre la desinformación acerca de la pandemia en el Perú. Esta versión electrónica se trata de un diccionario con treinta y uno de los tópicos más impactantes diseminados durante la pandemia y la explicación de lo que hay realmente detrás de ellas.

¿Es verdad que si el mundo fuera vegano no habría pandemia del nuevo coronavirus? ¿Es verdad que un paciente murió por accidente al celebrar que le dieron de alta? Las respuestas a esto y más en el libro publicado con el sello Debate, de la editorial Penguin Random House a USD 4,99.

4. 25 ensayos desde la pandemia para imaginar el Perú Bicentenario – Varios autores

En este libro digital, 25 intelectuales peruanos con distintas perspectivas, trayectorias y experiencias comparten sus reflexiones con el país en un momento tan inesperado como inédito: la pandemia producida por el COVID-19 en el marco del Bicentenario de la Independencia del Perú. Sin duda, el cruce de ambos hitos históricos dejará huella en nuestra memoria colectiva. Los diversos textos buscan invitar a los peruanos a la reflexión sobre las posibles consecuencias políticas, sociales y epistemológicas. Además de contribuir al diálogo para la construcción de un Perú para todos.

Entre los 25 expertos que participan en esta publicación se encuentran Alonso Cueto, Luis Nieto Degregori, Miguel Giusti, Pablo Quintanilla Pérez-Witch, Zenón de Paz, Carmen McEvoy, Manuel Burga, María Emma Mannarelli, Cecilia Bákula, José Carlos Agüero, Guillermo Nugent, Sofía Macher, Eduardo Tokeshi, Rember Yahuarcani, María Pía Costa, Francesca Denegri, Alberto Chiriff, Delfina Paredes,Martín Tanaka, Ezio Neyra, Walter Alva, Manuel Pulgar Vidal, Luis Rodríguez Rivero, Alberto Gago y Eduardo Adrianzén.

Puedes descargar el libro gratuitamente en la página web del Proyecto Especial Bicentenario de la Independencia del Perú.

5. Crónica del Gran Encierro: Pensando el Perú en tiempos de pandemia

Este libro compila un conjunto de experiencias y reflexiones de los investigadores vinculados al Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Utilizando para ello las herramientas y los conceptos de las ciencias sociales, así como la experiencia acumulada a lo largo de años de investigaciones académicas y debates sobre políticas públicas.

El editor de libro, Raúl Asensio, comenta que «algunos de los textos incluidos en el libro miran hacia el pasado, ya sea para comparar esta epidemia con otras anteriores o con el fin de buscar las raíces de los problemas estructurales que han condicionado la respuesta peruana frente a la crisis desatada por el nuevo coronavirus. Otros artículos se centran en el momento presente. Su objetivo es analizar las medidas tomadas por el Gobierno peruano y sus resultados en relación con el control de la epidemia, así como las respuestas de la sociedad. Un tercer grupo, por último, mira hacia el futuro y se interroga sobre el mundo que encontraremos cuando por fin podamos volver a nuestras vidas cotidianas, los desafíos y ajustes que tendremos que hacer, las oportunidades que se abren y los riesgos que deberemos encarar».

Puedes descargar este libro en la página web del IEP o aquí.

Si aún no estas convencido, mira aquí lo que distintos personajes del país piensan de estos libros:

Libros Coronavirus Pamela Garcia Godos

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Un día como hoy, Abraham Valdelomar

06/05/2020 by Mabel Aguilar

Hace 101 años nació el escritor peruano en la ciudad del eterno sol, ¿qué y por qué debemos recordarlo? Descúbrelo aquí.

Escribe: Lizeth Yarasca

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Pedro Abraham Valdelomar Pinto, fue el sexto hijo de de Anfiloquio Valdelomar y de Carolina Pinto. La mayor parte de su infancia la pasó en el campo y junto al mar, luego de que su familia se mudara al puerto de Pisco en 1892. Ello se refleja en su poema “Tristitia”:

Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,

se deslizó en la paz de una aldea lejana,

entre el manso rumor con que muere una ola

y el tañer doloroso de una vieja campana.

Dábame el mar la nota de su melancolía;

el cielo, la serena quietud de su belleza;

los besos de mi madre, una dulce alegría,

y la muerte del sol, una vaga tristeza.

Posteriormente es enviado a Lima para concluir sus estudios secundarios, he ahí donde su inclinación por las letras se evidencia, ya que crea una revista en su propia escuela. Así, en 1905, ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Sin embargo, no concluye la carrera ya que se dedicó a ser caricaturista en las revistas Aplausos y silbidos, Monos y Monadas, Actualidades, Cinema y Gil Blas.

A pesar de no haber concluido algún estudio en particular, Valdelomar fue un autodidacta que impactaría con sus cuentos, poemas y novelas cortas, que fueron difundidas por diferentes

revistas de la época. Incluso, realizó una serie de crónicas llamadas «Con la argelina al viento», tras unirse al ejército ante un posible conflicto con Ecuador.

Su pasíon por la escritura, lo llevaría a escribir su obra más importante: “El Caballero Carmelo”, publicado el 13 de noviembre de 1913. Cinco años después, publica el libro de cuentos con el mismo nombre.

Valdelomar, quien falleció a los 31 años de edad, fue el encargado de promover la literatura indigenista. Sus cuentos revelan su apreciación por la raíces provincianas y criollas. Mientras que su poesía está marcada por la tristeza y la memoria de su infancia.

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(Des)dibujando un mundo sin Adán.

22/04/2020 by Mabel Aguilar

FOTO: Manuel Pablo Salazar

¿Te sientes frustrado, angustiado? ¿Ya estás harto de quedarte en casa? Te vendría bien una mano para tolerar lo que queda de cuarentena haciendo lo que ojalá ya tengas cubierto: estar solo. Pero, ¿cómo?

 Escribe: Manuel Pablo Salazar

«Ya no recibirás de segunda o de tercera mano las cosas, ni mirarás por los ojos de

los muertos, ni te alimentarás de los espectros de los libros,

Tampoco mirarás por mis ojos, ni aceptarás lo que te digo,

                                                          Oirás lo que te llega de todos lados y lo tamizarás.»                                                         

-Walt Whitman-       

Así acaba la segunda parte de Canto de mí mismo, obra del poeta Walt Whitman. Lo retomaremos más adelante, pero su promesa es el mejor principio para sumergirse en el espacio íntimo. La poesía es transversal a todo. La frase sería un buffet para los críticos que acaban por convertirse en los cardenales del arte. Pero, pese a todos sus intentos por simplificar la obra de un autor con movimientos, estilos y con cincel quirúrgico, solo existe un elemento en que convergen todos los poetas: ellos mismos. Sí, observemos el mundo con la lupa de la arrogancia. Y ¿cuánta más relevancia puede cobrar ese espacio que en épocas como esta, condenados a confrontarnos con nosotros mismos, a rehuir al escape fácil de la rutina que solo es una cadena apenas más sutil?

Pocos se imaginarían que, mucho antes de nosotros —desde el siglo XIX para ser más específicos—, ya los humanos han experimentado la soledad y el encierro sin necesidad de elaboradas cuarentenas o mucho que hacer, a veces todo lo opuesto. Alejandra Pizarnik fue una de ellas. Última poeta maldita, murió de sobredosis de seconal, un medicamento con que la trataban en el psiquiátrico que le había dado un permiso ese día. Ahí acabó el viaje que ya la tenía «cansada de la espera del yo de paso / Cansada de aquel amor que no sucedió / Cansada de mis pies que sólo saben caminar / Cansada de dormir y de no poder mirarme». Nacida de una familia de inmigrantes ruso-judíos, siempre se sintió distanciada incluso en su propio país. Los complejos la persiguieron hasta no sentirse conforme con su aspecto, coquetear con la filosofía, pintura y periodismo, sin decidirse sino siendo elegida por la poesía. Durante su tiempo en París, amistó con Octavio Paz, mentor de varios poetas y que le escribió el prólogo a su poemario Árbol de Diana (1962) y Julio Cortázar, quien rescató buena parte de su obra de ser destruida por la moralina de su familia. Su vida se trató de un auténtico encierro:

«El poema que no digo,

el que no merezco.

Miedo de ser dos

camino del espejo:

alguien en mí dormido

me come y me bebe.»

La rebeldía también es inmanente al hombre, pero eso ya lo han tratado autores como Albert Camus con mucha exactitud. El poeta frustrado por no poder escapar a la hipocresía de su sacra sociedad (¿te suena familiar?) trata de abstraerse como escape, pero eso no le basta, así que los placeres sin saciedad se convierten en su casa. O, como habría dicho Pizarnik: «una mirada desde la alcantarilla / puede ser una visión del mundo / la rebelión consiste en mirar una rosa / hasta pulverizarse los ojos.» Charles Baudelaire, maestro del simbolismo, desadaptado social, convivió con su madre y un padrastro que nunca quiso desde los seis años; pese a los intentos de su familia porque tuviese una “vida de hombre recto”, Baudelaire pertenecía a la bohemia, conviviendo entre prostitutas y artistas como él. Su convicción era firme: el remanente social, tan repudiado por la aristocracia, es también parte de la poesía. Su herencia le sirvió luego para aprovechar las mejores obscenidades del spleen de París, hasta que el cuerpo no resistió más y murió de sífilis.

«Al abrir mis ardientes ojos,
Miré el horror de mi cuarto
Y sentí, de nuevo en mi alma,
De la inquietud el aguijón;

El fúnebre son del péndulo,
Me recordó el mediodía;
Caía la oscuridad
Sobre el embotado mundo.»

Iniciales: WW. Nombre completo: Walt Whitman, cuánto misterio encierra su nombre, ni siquiera es su nombre. Aunque quisiese resumir en unas oraciones parte de su vida (y no quiero), ya es imposible. Hombre de múltiples personalidades, tres según Jorge Luis Borges, los hechos de su auténtica biografía se confunden con los del personaje universal que creó para su mayor epopeya: Hojas de hierba. Como Pizarnik, que se angustiaba de no encontrar un lugar que le perteneciera, o Baudelaire, que creía que cada uno tiene su propio lado marginal en escala, Whitman buscó hacer de su obra propiedad de toda la humanidad, una poesía para todos, omnisciente. Y así tenía que ser su personaje principal:

«Un niño me preguntó: ¿Qué es la hierba?, trayéndola a manos llenas,

¿Cómo podría contestarle? Yo tampoco lo sé.»

Pero la promesa era la intimidad. La hierba, así de simple, se puede encontrar en cualquier lugar: el jardín de un condominio, un parque público, carteles de droga. «Todo el arte en general, y eso no excluye a la poesía, tiene esta capacidad de mirar el mundo interior pero también hacia afuera, y funcionar como un termómetro», nos dice Alonso Rabí, reconocido escritor y catedrático especializado en literatura. Nos une como nuestras impurezas, dualidades e inseguridades. «Es importante tomar esto en cuenta: La poesía no se agota en la intimidad, va más allá». Entonces, puede ir más allá de este encierro forzoso, pero necesario y, así como una pandemia es la muleta que obliga a aislarse, también la chance de redescubrir nuestro propio mundo. Gracias a poetas de la talla de Whitman, cualquier lugar imaginable, cualquier recuerdo y cualquier experiencia están al alcance y podemos acceder a ellas cuando queramos, siempre que estemos dispuestos, así que: «¡Desnúdate! No eres culpable ante mí, ni usado ni inservible, / Veo a través de la seda y el percal, aunque no lo quieras, / Y soy cabal, tenaz, codicioso, incansable, y no podrás librarte de mí.»

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