Cartel que anuncia la construcción de la nueva Vía Expresa Sur en el distrito de Santiago de Surco. (Foto: @infoahora_)
Esta arteria vehicular busca transformar la movilidad en Lima; reduciendo el tiempo de viaje y aliviando el tráfico en avenidas congestionadas. Sin embargo, la obra enfrenta críticas por la falta de señalización, seguridad y el impacto social en los distritos afectados.
Por Ariana Cabada, Daniela Lorenzzi, Manuel Meza, Samira Ode y Ariana Vargas
Este es uno de los proyectos de infraestructura vial más ambiciosos de Lima en los últimos años. Esta se planeó desde la década de los 60 y fue declarada de interés nacional por el Congreso en 2013. La obra busca unir de forma eficiente cinco distritos: Barranco, Santiago de Surco, San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo y Lurín, la cual se extenderá por 4,6 kilómetros de distancia. El propósito de esta vía es poder disminuir el tráfico en la ciudad, especialmente en las rutas hacia el sur, y reducir el tiempo de recorrido de dos horas a 45 minutos.
La extensión, que cuenta con un presupuesto de 200 millones de dólares, permitirá que más de 75 mil vehículos transiten a diario por este nuevo tramo, ya que se prevé la construcción de 250 mil metros cuadrados de pavimento de concreto y 40 mil metros cuadrados de veredas. Además, se pondrá más de 35 mil metros cuadrados de terreno nivelado y asfaltado. Por otro lado, se incluirá cinco nuevas estaciones al Metropolitano y nuevos intercambios viales como el Puente República de Panamá, un óvalo subterráneo en la avenida La Castellana, un paso a desnivel en la avenida Ayacucho y un intercambio con la Panamericana Sur.
La primera fase inició el 21 de octubre de 2024 con la expropiación de terrenos y la recuperación de espacios públicos que fueron ocupados ilegalmente en los distritos de Barranco y Surco. Se tiene previsto que esta primera etapa esté culminada en 2026, conectando así la Panamericana Sur con cuatro distritos, y que para el 2027 la vía esté operando, conectando Barranco con Los Próceres, en Surco.
Demolición y controversias que envuelven esta obra
La ampliación de la Vía Expresa Sur tiene un gran impacto en cómo se movilizan los residentes en los distritos que este proyecto atraviesa. La obra inició con promesas de tener una ciudad más conectada y con menos tráfico. Sin embargo, la forma en la que se llevó y se está llevando a cabo ha marcado a muchos por la destrucción de viviendas, parques y colegios.
Punto Seguido entrevistó a algunos vecinos para saber cómo les afectó la construcción de esta nueva vía. Una de ellas es Rosa Mamani, vecina de Surco. Para ella los beneficios de la obra no pueden verse sin cuestionar lo que se ha perdido: “Es una buena idea porque ahora todo es más rápido, pero me dio pena cuando destruyeron los parques y las canchas. Esos espacios eran importantes para los jóvenes y para nosotros los adultos”.
Micaela Solano, exvecina de Barranco, también comparte su malestar: “Se han perdido partes del distrito que eran parte de su identidad. No se respetó el carácter del barrio ni a las familias que vivían ahí”.
Las expropiaciones implicaron la demolición de casas y la pérdida de múltiples espacios públicos. Estos hechos se realizaron de madrugada y con presencia policial para evitar conflictos. Sin embargo, este proceso provocó un ambiente de tensión y desconfianza. La Municipalidad de Lima y la Empresa Concesionaria Vía Expresa Sur S.A no fueron claras al momento de la comunicación, lo que hizo que muchas personas sintieran que las decisiones fueron tomadas sin informarlas de manera adecuada.
Punto Seguido logró contactarse con el ingeniero civil Óscar Almora, quien trabaja en la Oficina de Planeamiento, Fiscalización y Semaforización de la Municipalidad de Lima. Él defiende la manera en la que se realizaron estas expropiaciones. “Las personas fueron anticipadas con cartas y notificaciones. La mayoría de terrenos estaban invadidos y no eran propiedad formal de los ocupantes. Se actuó de acuerdo a la ley, aunque muchos creyeron que no se ejecutaría”, explicó. También reconoció que existieron desacuerdos con algunas municipalidades distritales, como la de Surco, pero que se resolvieron en coordinación con sus respectivos alcaldes.
Durante las primeras semanas de funcionamiento, la falta de señalización y la velocidad excesiva de los vehículos generaron situaciones de peligro, especialmente en zonas escolares y cruces sin semáforos. Los vecinos y conductores habituales denunciaron la ausencia de medidas de seguridad, lo que llevó a la Municipalidad a instalar semáforos y reductores de velocidad de manera reactiva tras varios accidentes.
El ingeniero también resaltó que los colegios no perdieron pabellones educativos, sino áreas deportivas, y que estas podían ser retiradas sin generar tanto daño. «Liberar una cancha es más sencillo que una construcción de aulas», sostuvo.
Falta de cultura vial y respuestas tardías de la municipalidad
En una entrevista para Punto Seguido, Franklin Barreto, coronel de la Policía Nacional del Perú y especialista en tránsito y seguridad vial, menciona que uno de los principales errores fue abrir la vía sin preparar antes a los conductores ni tomar medidas de prevención. “Esta vía se habilitó sin haber tomado inicialmente ninguna medida de seguridad”, señaló.
Según el coronel, apenas se abrió la vía se comenzaron a producir múltiples accidentes de tránsito, especialmente en las intersecciones más concurridas, como la avenida Los Vicus o Paseo La Castellana. Esto en parte porque la vía tiene un sistema que permite circular a altas velocidades, lo cual puede ser peligroso si no hay señalización adecuada o si los conductores no saben cómo actuar en una intersección.
Pero hay otro problema más a fondo: la falta de educación vial en el país. Barreto fue claro al respecto: “En el Perú no existe educación vial. Las personas no son capacitadas ni entrenadas para comportarse adecuadamente en una vía pública”.
Uno de los ejemplos más evidentes es el mal uso de la señal de “PARE”. Aunque la ley indica que, al ver una señal así, el conductor debe detener completamente el vehículo, la mayoría solo reduce la velocidad un poco y sigue. Esta mala interpretación ha provocado más de un accidente. El coronel explicó que, en muchos casos, los conductores solo se dan cuenta de lo que realmente significaba la señal después de haber tenido un choque.
Ante esta situación, las autoridades tomaron medidas, pero lo hicieron de manera reactiva. Es decir, después de que ya habían ocurrido los accidentes. Se colocaron semáforos en puntos críticos, se pintaron marcas en el suelo y se instalaron algunos rompemuelles. Pero todo esto se hizo apresuradamente, sin estudios previos sobre el flujo vehicular o la necesidad real de cada intervención.
Desde la visión de los vecinos, los problemas no terminan ahí. Fátima Valdiviezo, vecina de la zona de San Roque, contó que la falta de iluminación y señalización es evidente: “Paso todos los días por ahí. Está todo oscuro, sin luces ni señales. Hay zonas con tierra y arena, donde no se sabe si están construyendo o abandonando. Da miedo caminar por ahí”
Rosa Mamani también coincide: “No hay alumbrado, ni vigilancia. Parece un lugar abandonado. Hay casas a medio demoler donde se mete gente de mal vivir. No están pensando en la seguridad de las personas”.


La extensión del proyecto todavía está en marcha, y aunque muchos esperan que alivie el caos vehicular de la capital, no todos están convencidos del rumbo que ha tomado. La velocidad no puede ser la única prioridad. Si una obra mejora el tránsito, pero empeora la vida de quienes la rodean, ¿realmente estamos avanzando?
La visión técnica: ¿avance o improvisación?
A pesar de las críticas, esta construcción es un paso importante para el transporte y movilidad en la ciudad. Oscar Almora considera que este plan de construcción está bien integrado con otras vías principales de Lima y que tendrá un impacto positivo a largo plazo. “Es espectacular poder llegar en 10 minutos desde Paseo de la República en Barranco hasta la unión con la Panamericana. Antes eso tomaba muchísimo más tiempo”, mencionó.
Además, resalta la próxima conexión con el Metropolitano, que unirá Barranco con la estación Atocongo. De esta forma, se podrá tener una mejor conectividad del transporte público, beneficiando a quienes se mueven desde el norte hacia el sur de la ciudad.
Almora destaca que proyectos de este tipo deben de replicarse en otras partes de la capital. “Hay muchas zonas invadidas que están sobre terrenos destinados a infraestructura vial. No podemos seguir permitiendo este desorden. Si queremos una ciudad moderna, necesitamos orden y respeto por las normas”.
¿Cuál es el futuro de esta mega obra?
Este proyecto todavía está en proceso, aunque una parte ya se encuentra operando, aún queda por ver si tendrá un impacto real. Vecinos como Rosa Mamani, reconocen que el tráfico ha mejorado, pero aún tienen ciertas inquietudes sobre el futuro. “Ahorita se ve rápido porque no mucha gente la usa. Pero cuando esté terminada, va a haber más carros. Ojalá que pongan semáforos y más seguridad”.
Fátima Valdiviezo también cuestiona el proceso de construcción: “Las obras se demoran y no se trabaja todos los días. Mientras tanto, los vecinos sufrimos el tráfico, la inseguridad y el polvo. No parece que haya un plan bien organizado”.
Lo que sigue es asegurarse de que el tramo que ya funciona se mantenga seguro, esté señalizado correctamente y con iluminación adecuada. Además, las siguientes etapas deben ejecutarse con mayor diálogo con la ciudadanía, corrigiendo los errores cometidos hasta ahora y priorizando la seguridad y el bienestar de los vecinos.