Escribe: Alexandra Quesnay / Follow @PS_UPC
Tras dos años de pandemia, cientos de estudiantes de colegios rurales, de las zonas más alejadas del país, no pudieron recibir una educación de calidad ante la falta de acceso al Internet. Por ello, “Kipi”, primer robot quechuahablante, no solo ayuda a difundir conocimientos educativos por medio de metodologías didácticas, sino que también contagia su energía a sus alumnos.
La pandemia generada por la COVID-19 no solo supuso un cambio de rutina en los peruanos, sino también evidenció la precaria condición del sistema educativo en los colegios rurales. Desde el cierre temporal de las instituciones educativas, miles de estudiantes a nivel nacional se vieron afectados tras el cambio de enseñanza y metodología de las escuelas causado por la pandemia. En este sentido, ya no compartían el mismo aprendizaje en un salón de clases, sino por medio de la virtualidad. Sin embargo, en las zonas rurales, la calidad del servicio educativo disminuyó debido a la poca accesibilidad del Internet y a su vez, de los medios tradicionales.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), durante el segundo trimestre del 2021, alrededor del 20,1% de hogares rurales tienen servicio de Internet, pero en su mayoría no llega a alcanzar una buena cobertura para asistir a clases virtuales. Por ello, a pesar que la estrategia educativa “Aprendo en casa” garantizara la posibilidad de impartir cursos por medio de la televisión, radio o Internet, los estudiantes de las zonas más alejadas del país no podían gozar del beneficio ante la poca señal que tenían.
Robot Kipi como nueva forma de enseñar clases
Es así, como el profesor del área de ciencia y tecnología del colegio Santiago Antúnez de Mayolo del Vraem, Walter Velásquez Godoy, inventó a la primera robot quechuahablante para que los alumnos de las comunidades rurales, afectados por la pandemia y por la brecha digital, puedan recibir una educación didáctica. Con el uso de materiales reciclados, “Kipi” transmite alegría y enseñanzas a más de cientos de estudiantes con el objetivo de interactuar y compartir conocimientos de forma innovadora. En este sentido, gracias a la ciencia y tecnología, el aprendizaje no será lineal, más bien permitirá que la comunicación sea más fluida y participativa fortaleciendo las habilidades educativas.
Alrededor de 23 comunidades de Colcabamba, ubicado en la provincia de Tayacaja, departamento de Huancavelica, no tienen acceso a internet. Ante ello, este robot, que fue diseñado especialmente para estos alumnos, promete “alegría y esperanza”, frase icónica de Kipi, a todos aquellos niños que accedan a su servicio. El robot Kipi, que es controlada por su propio creador, enseña en castellano y quechua, pero, recientemente, en su nueva versión llamada “Kid Mini Steam” incluyeron alrededor de siete idiomas para que los alumnos puedan aprender el lenguaje de los distintos países. Dentro de los siete idiomas se encuentra el asháninca, alemán, castellano, inglés, japonés, quechua y ruso de los cuales pueden programar actividades de acuerdo a su preferencia.
En esta línea, este androide enseña lengua, ciencia, matemática, ecología y a la par, transmite mensajes positivos y motivadores hacia sus alumnos. De esta forma, tanto Velásquez como Kipi se trasladan por las diferentes comunidades de Colcabamba para propiciar clases al aire libre rodeado de la misma naturaleza, sin necesidad de un salón de clases.
Materiales sostenibles y herramientas didácticas
La iniciativa de crear Kipi fue: primero, llevar la educación a las comunidades rurales; segundo, ofrecer una nueva forma de enseñar con ayuda de herramientas tecnológicas; y tercero, que sea un robot de construcción curiosa. En este último punto, de acuerdo con el profesor del Vraem, Kipi cuenta con un panel solar que automáticamente se recarga, además de estar construido por radios, piezas electrónicas y materiales reciclables.
A su vez, para complementar toda la metodología, Velásquez menciona que la creación del “Kipi libro” ayuda a que los estudiantes puedan analizar y comprender la materia. Alrededor de 100 retos cuenta el libro traducido al castellano y quechua en donde desafía a los alumnos a completar actividades, escribir poemas y leer junto a Kipi, para que, posteriormente, evalúe las respuestas.
No cabe dudas que la educación en el Perú, especialmente la rural, es el sector más perjudicado a causa de la pandemia. Es evidente que la brecha digital es amplia y notoria en las comunidades regionales del cual afecta a cientos de estudiantes que quieren acceder a una educación básica. Sin embargo, Kipi es una forma de introducir la ciencia y tecnología en la educación, aportando de manera creativa nuevas metodologías y enseñanzas a los estudiantes. Conoce más sobre el Robot Kipi en nuestro siguiente podcast.