Escribe: Daniela Coquis
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Según el dramaturgo serbo-estadounidense; Steve Tesich, quien utilizó por primera vez el término «posverdad», los políticos saben que al pueblo no le importa mucho la verdad. Solo se preocupan si la información compartida les conviene o no. En su mayoría, se sienten atraídos a noticias que los emocionen, ya sea negativa o positivamente.
En ese sentido, la posverdad resulta no ser un tema aislado en la realidad peruana puesto que las redes sociales favorecen a la proliferación de esta práctica. Sucede entre políticos y entre los mismos ciudadanos, quienes se dejan llevar por lo visto en algún medio o red social, los cuales muchas veces prefieren impactar al lector u oyente antes de informar.
¿Se ha perdido la práctica de la honestidad?
Si bien la internet conglomera todo tipo de información, es necesario saber diferenciar la verdad de la mentira. Es importante reconocerlo pues así se puede evitar ser manipulado.
Aquí dos ejemplos peruanos que demuestran su intencionalidad y efectos en la sociedad.
ALAN
Mis compañeros pueden tener confianza. Nunca he pedido dinero ni vendido obras públicas . Los que me acusaron fueron los verdaderos corruptos. Yo creo en la historia. Otros se venden, yo no.
— Alan García (@AlanGarciaPeru) April 15, 2019
En este caso, Alan García, mientras era investigado, no podía dejar de defenderse a través de su cuenta en Twitter.
Se aprecia cómo buscaba que sus lectores sintieran pena por él pues era “perseguido” injustamente por delitos que él negaba haber cometido. Alegaba a la “confianza” de sus compañeros de quienes él esperaba lealtad.
¿Cómo es posible que Vizcarra use como procurador contra mi a Enco, empleado de Villararán y procurador de Humala y Cateriano? Con razón tanto odio y denuncias que ahora son archivadas. pic.twitter.com/RnxtlPkwHZ
— Alan García (@AlanGarciaPeru) April 14, 2019
No debe postergarse otra vez el interrogatorio a Jorge Barata en Brasil. El país debe conocer la verdad y no solo lo que especulan los malvados.
— Alan García (@AlanGarciaPeru) April 10, 2019
También, solía dejar en claro su preocupación por la nutrición de los peruanos y siempre resaltaba el problema de la anemia en el Perú. Es evidente cómo esperaba demostrar su interés por ciertos temas.
La constancia en la lucha contra la #AnemiaInfantil es fundamental. pic.twitter.com/fv1KEsyxFz
— Alan García (@AlanGarciaPeru) April 11, 2019
Sin embargo, era repetitivo y perdía credibilidad. Aquí respuestas de quienes lo leían.
— Jesús Arón Espinoza (@Aroncitowinner) April 11, 2019
PIERRE MANRIQUE
En este segundo caso tenemos a Pierre Manrique, periodista deportivo de RPP, quien se hizo popular en las redes luego de difundirse la noticia de que él habría “traicionado” al Perú por haber difundido información sobre los resultados de dopping de Paolo Guerrero a medios internacionales, lo cual “perjudicó” a la selección peruana en vísperas del mundial.
@elpanfletope por que no comentan sobre ese reportero peruano PIERRE MANRIQUE quien por plata tuvo que vender la noticia a fox sports Argentino, quemando al goleador Paolo Guerrero antes de ser la noticia confirmada de doping.
De lo contrario pudo haber jugado los 2 repechajes.. pic.twitter.com/qETh9WK6Wc— Miguel Medrano (@MiguelM010380) November 6, 2017
Incluso, lo relacionaron con la campaña «no a keiko» cuando, en realidad, el caso por el que se le acusaba no tenía nada que ver con política.
Periodista PIERRE MANRIQUE que vendió información del ANALÍTICO ADVERSO de Paolo Guerrero es dirigente del los NO A KEIKO. pic.twitter.com/X5Tjc5BPLi
— MEMEO (@MEMEOPERU) November 7, 2017
Claro está que el periodista no tenía realmente la culpa, pues aquella información si o si se iba a difundir. Sin embargo, las personas lo tildaron de traidor. Evidentemente se buscaba un culpable y lo encontraron.
En síntesis, la posverdad resulta amplificar las consecuencias de las redes sociales pues, ya sea por la falta de verificación de datos o fuentes confiables, ésta práctica, empleada muchas veces por políticos y líderes de opinión, resulta ser usada para manipular. Aquello nos posiciona en una estado de alerta, pues ya no se puede creer en nada, sin embargo, muchas veces las personas prefieren una mentira piadosa a una cruda verdad, por ende, lo creen todo.
Aquí un poco más sobre el término y sus inicios: