



Revista Punto Seguido - UPC presenta noticias, crónicas, fotos, videos, entrevistas, reportajes y contenidos en 360. Publicación digital de los estudiantes de Comunicación y Periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.
El Barrio Castilla, uno de los ex lugares más peligrosos del Callao, ahora se pinta distinto. La magia del arte, cultura y deporte envuelven este nuevo escenario.
Escribe: Estefani Rodriguez
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Los asaltos a mano armada, secuestros y extorsiones eran parte de la rutina que se vivía a diario en el Barrio de Castilla, un lugar considerado como el más peligroso de la histórica ciudad del Callao. Ante los constantes reclamos de vecinos y turistas que llegaban a visitar los murales representativos de la zona, surgió una iniciativa sociocultural por parte de la empresa privada Fugaz junto con la colaboración de la Municipalidad del Callao, ello con el fin de frenar estos actos delictivos.
¿Cómo se pretendía acabar con la delincuencia? El proyecto consistía en recuperar lugares públicos abandonados, que eran utilizados como fumaderos, prostíbulos y refugio de delincuentes; para convertirlos en espacios dedicados al arte. De esta manera, se generaría puestos de empleo y una nueva comunidad dedicada a la cultura.
Cristina Flores (72), presidenta de la junta vecinal del Barrio de Castilla, sabe más que nadie lo que ocurría en el lugar. Ella ha visto y vivido de cerca la delincuencia que azotaba cada día a su zona natal. “Aquí no se podía ni caminar porque te asaltaban o mataban”, afirma. Hoy, tiene 12 hijos. Antes eran 17, pero murieron 5. También tiene 50 nietos y 25 bisnietos. Su familia ha sufrido mucho, pues, algunos de sus hijos fueron arrestados por dedicarse al robo y terminaron en la cárcel. Cinco de ellos aún permanecen presos, y otros ya han pagado su condena penal. También ha perdido a familiares cercanos por culpa de la delincuencia en el barrio. Hace siete años, en una pelea de pandilla, mataron a su nieto ‘Cesitar’ en el Jirón Atahualpa. Y, hace dos años, balearon a su nieta por defender a su pareja en el jirón Tiwinza. Hechos lamentables que recuerda con mucha tristeza pero que, a la vez, le dan fuerzas para sacar adelante el proyecto Fugaz, del cual es parte.
Cristina se encarga de conseguirles a sus vecinos puestos de trabajo en las galerías de arte que hay en la zona. Sus hijos, quienes no estaban empelados por el hecho de tener antecedentes policiales, ahora trabajan como seguridad externa en los eventos culturales y en las galerías.
El proyecto Fugaz representa esperanza, cambio y futuro. La nueva generación chalaca ahora goza de programas culturales totalmente gratuitos, donde pueden desarrollar sus talentos y tener algunos beneficios. Niños, adolescentes y jóvenes tienen la oportunidad de asistir a estos talleres: fotografía, dibujo, pintura, música y deportes.
Un claro ejemplo de superación a través del arte es Sebastián Reynoso (13), quien se ganó una beca para estudiar inglés en Euroidiomas. El mérito se debe a que ganó un concurso donde expuso una de sus pinturas que realizó en los talleres gratuitos del Callao.
Hoy, las calles, las casas, las personas, el barrio en sí, lucen distinto. En Castilla, el aire ya es pacífico. La delincuencia ha disminuido. Ahora, los turistas visitan el lugar sin temor y se dejan sorprender por los increíbles murales que destacan gracias a la creatividad chalaca. El barrio de Castilla, sin duda, se mira desde otros ojos.
¿Sabías que existe una calle dedicada a saciar la sed de literatura en Lima? Descubre al Jr. Quilca
Texto / Fotografía: Tatiana Valer, Jorge Chombo
Los graffitis con temática andina y los versos de resistencia cultural sobre las sucias paredes del jirón Quilca revelan la larga tradición de los puestos de venta de libros conocidos en toda la capital. A una cuadra de la plaza San Martín, la calle recibe a personas sedientas de conocimientos de todas las edades y de todos los estratos económicos en busca de diferentes géneros literarios que esconden los rincones de las infinitas pilas de libros.
Hace un par de años el Jr. Quilca ha sido espacio de manifestaciones culturales como recitales de poesía, pequeños conciertos de rock y venta de artilugios. Por otro lado, el jirón ha sido foco de críticas por la venta de alcohol adulterado, venta de drogas y el conocido pirateo de libros.
Hoy el negocio mengua, a pesar de los reconocidos y valorados bajos precios de los libros. Los libreros compiten sin igualdad de condiciones contra internet, la televisión, netflix, las consolas de juego, etc. Peor aún, el 2016, decenas de vendedores fueron desalojados por la policía después de ocupar el espacio por más de dos décadas.
La resistencia de esta calle pese al descenso de compradores, se debe gracias a la diversidad y precios de infarto. Rosa, una antigua vendedora nos comenta que “Vienen estudiantes, poetas, escritores, artistas, músicos. Inclusive, varias veces viene César Toro Montalvo, un cuentista que para por acá y compra. Y hasta César Hildebrandt también se lleva varios libros cada cierto tiempo”.
“Los precios son accesibles, no son tan caros. Están para el alcance de todos los bolsillos en comparación con las librerías de Miraflores así, no pueden permitirse comprar allá. Por eso es que la gente viene. Nuestros son usados, de segunda mano. Nosotros los arreglamos, los ponemos más bonitos y los vendemos” cuenta Miguel, otro vendedor.
Finalmente, la vendedora Sakura deja el mensaje a la juventud: “Es importante preservar la lectura porque ayuda a ver las cosas de distintas perspectivas. No te ayuda a creer en lo que te dicen sino a pensar por ti mismo”.
Conoce la historia de Carga Máxima un taller de diseño a «puro pulso»con su propio estilo «Chillante» e historia en sus letras.
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Redacción: Karla Gemma Moscoso Cornejo
Video y fotos: Karla Gemma Moscoso Cornejo
A partir de los años 50 del siglo XX, surgió en Perú una escuela de pintores que rotulaba sus letras a “puro pulso”. Sus diseños fluorescentes se hicieron un lugar en la calles grises de Lima brindado color y alegría. Estas letras se encuentran en las puertas de los buses, combis, camiones de carga y pertenecen al estilo de Carga Máxima. Su finalidad es que se visualice a lo lejos de manera inmediata y mantenga una inversión económica menor.
Más de medio siglo después, Alinder Espada y Azucena Del Carmen Cabezas, son dos artistas gráficos hijos de padres que emigraron a Lima. Su fascinación por las letras y los colores brillantes los unió para formar un proyecto propio. Su intención era crear un nuevo lenguaje visual a “puro pulso”, manteniendo la tradición popular y gráfica del Perú. Sin embargo, se llevaron con la ingrata sorpresa de no contar con documentos o estudios sobre el tema. Por esta razón, decidieron mapear las principales ciudades del Perú; y catalogar los materiales que iban encontrando según parámetros como el color, estilo y la letra.
En la exposición «A Mí Qué Chicha» (2013), conocieron al maestro Rodolfo Ponce, El Caribeño, uno de los pocos sobrevivientes del estilo de letra Carga Máxima. Un pintor autodidacta con más de 50 años de experiencia que empezó su carrera realizando carteles en la Parada. Su versatilidad con el pincel lo convirtió en un maestro de la letra a mano alzada y pionero de este gráfico popular. El caribeño les contó la historia sobre el estilo de letra Carga máxima y sobre «Cara cortada», otro pionero en este arte. Este personaje bautizó el estilo de letra, pues observaba como los camioneros llegaban con sus vehículos nuevos y pedían “una carga máxima”; es decir que pinten el camión indicando la altura, el peso, la placa y la carga máxima con esta tipografía tan particular. Con la autorización del Caribeño deciden seguir con su legado y fundar el Colectivo artístico de Carga Máxima en el 2014
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A su vez, Carga Máxima enseña talleres de rotulación para el público en general en Chorrillos, Perú. El objetivo del taller es que cada diseñador emplee las letras otorgando un aporte a la caligrafía, registrando y respetando el trabajo de los artistas anónimos que practican este arte. Este estilo es enseñado mediante ejercicios con el pincel, técnicas de color e historia de la tipografía.
Su amor por las letras, los ha motivado a seguir viajando para conocer nuevos estilos en América y Europa; Chile, Argentina, Bolivia, Costa Rica, Guatemala, México y España. Su investigación no ha parado pues se han contactado con letristas e investigadores para intercambiar conocimientos y experiencias sobre la cultura popular local. Actualmente, han dictado más de 50 talleres fuera del país representando el estilo peruano de “Carga Máxima” y sus historias.
Datos:
**Email: [email protected] / 993600160 – 993710067.
**Web: http://cargamaxima.pe
**Instagram : @dcargamaxima
Ser expertas en la técnica de tejido llano, permitió que elaboren el primer panel telar tejido a mano del mundo. Ubicada en el distrito de Calca, a una hora y media de la ciudad de Cusco, esta asociación preserva su tradición revalorando la técnica textil artesanal por generaciones.
(Foto: Alexis Castañeda)
Redacción: DANIELA YRIARTE
Fotos y Video: ALEXIS CASTAÑEDA
En Munay Urpi, se habla quechua, se cultiva papa y se viste en polleras. El camino desde la ciudad imperial hasta el centro poblado de Huarán, en el distrito de Calca, es de aproximadamente una hora y media en bus, y diez minutos caminando. Llegamos a las 9 de la mañana y las artesanas Francisca y Teófila nos recibieron con un abrazo tan cálido que se nos olvidó que estábamos a 7ºC. Nos sentamos para realizar un compartir entre las cinco artesanas y Francisca comenzó a hablarnos en su idioma nativo. Lourdes nuestra gran compañera y traductora pudo ayudarnos a entender todo lo que la líder nos quería contar.
El día en la comunidad empieza desde muy temprano, la actividad en el campo se da casi todo el día y requiere de arduo trabajo. Sin embargo, el tejido artesanal sigue siendo la actividad principal y de supervivencia. Como en la mayoría de las comunidades alto andinas, preparan el desayuno a los niños antes de que vayan a la escuela; después se sientan a comer en la mesa y una vez que terminada la merienda, alimentan a su ganado llevándolos al campo y a recoger los frutos de la siembra. Al regresar a sus casas, comienzan a tejer en compañía de sus animales hasta el mediodía para comenzar a preparar el almuerzo de los niños. Una vez que ellos hayan terminado, son enviados al campo para que cuiden de las vacas y ovejas, mientras ellas terminan con el tejido hasta que se oculte el sol.
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El tipo de técnica artesanal que Munay Urpi utiliza para elaborar sus piezas textiles es el de tejido llano a cintura, que también fue empleado en la elaboración del panel telar. El proceso del tejido es muy particular, ya que se inicia con la extracción de la lana que se utilizará. Este primer paso es llamado rutuy o corte. Después, se sigue con el t’isay puskay o hilado, en el que se limpia y prepara la lana para empezar de manera mucho más sencilla el proceso de tiñiy o teñido. Este es el paso más importante en la elaboración de una pieza. Aquí se determinan los colores que se utilizarán en el textil junto con la coloración de la lana en base a insumos naturales. Luego, el k’antiy o torcido, haciendo referencia al enroscamiento del hilo en la rueca para darle mayor resistencia. Finalmente, el allwiy o urdido y el away o tejido son los dos últimos pasos de este proceso. En el primero, se utilizan cuatro estacas y dos palos horizontales por donde se estira la lana de arriba hacia abajo, tensando los hilos. En el segundo, se le da la forma a los símbolos o figuras que llevaran los ponchos o las mantas, creando una pieza única y verdadera obra de arte.
A las dos de la tarde, nos empezaron a mostrar las piezas textiles terminadas. Todas teñidas con un color, olor y textura diferente. Mientras Hilda puede colocaba el awa watana , Teófila empieza a coger la puska para empezar a colocar los hilos en el tullu ruk’i y formar el diseño requerido. Existe la posibilidad de volver a realizar un textil con un color distinto y es gracias a la ayuda de los tintes naturales y de los instrumentos de trabajo como el takarpu y las estacas de madera de eucalipto, básicos para la elaboración de textiles llanos a cintura.
(Foto: Alexis Castañeda)
El teñido de las lanas, es parte crucial en el proceso de tejido. Se realiza de forma natural, con la ayuda de raíces, plantas, flores y cochinilla. Gracias a este insecto se pueden crear una infinidad de colores en tonalidades de rojos, verdes y azules. En el caso de las plantas, como la ch´illka que se encuentra en el Valle Sagrado, se utiliza para obtener el color verde. También hacen uso de flores como el molle, que permite obtener un color amarillo casi dorado; y el chapi que es una raíz de las que se puede obtener colores rosados. Para la combinación de plantas naturales tintóreas de la región, es necesario que se muelan y luego se echen en una olla con abundante agua hervida, en la que absorba todo el color. Trabajar con estos plantas y flores para los teñidos naturales es primordial para que sus productos puedan preservar el color en las piezas textiles.
Hace quince años, vivían dentro de la provincia, pero en Accha Alta, ubicada en Pampallacta. Con el pasar de los años, tuvieron que mudarse al centro de Huarán para que los niños sigan estudiando. Sin embargo, aquí las familias ya no eran las mismas y dejaron de utilizar su ropa típica para reemplazarla por prendas muchos más ligeras y sencillas, ya que estaban en una zona mucho más cálida. Junto con ello, su estilo de vida fue cambiando y empezaron a utilizar trajes hechos con lana de oveja y con menos bordados. Ahora solo en ocasiones especiales y festividades sacan a relucir sus trajes de alpaca, para sentirse más identificados con su comunidad.
A diferencia de años anteriores, este año la suerte estuvo a favor de Munay Urpi y el aumento de la producción fue muy significativo. Gracias a una de las diseñadoras estadounidenses, Jennie Lyutskanov, en colaboración con la ONG Threads of Perú, se lograron crear piezas textiles y artículos de decoración con nuevas combinaciones de colores que distinguen del tejido con otras comunidades cusqueñas. Más allá de lo importante que es para ellas de que su arte sea apreciado por millones de personas alrededor del mundo, el motor que las impulsa a seguir creando tejidos artesanales incaicos, son su familia.
1.Awa watana: Soguilla de fibra de llama que sirve para amarrar el tejido a las estacas y a la cintura del tejedor.
2.Puska: También llamado Rueca. Instrumento para hilar y para torcer.
3.Tullu ruk’i: Herramienta de hueso de llama o vicuña que sirve para escoger los hilos y así formar las figuras o iconografías.
4.Takarpu: Palos en número de cuatro que tensan el tejido en forma inclinada, si el tejido es pequeño.
5.Cochinilla: También llamado grana. Colorante rojo de gran demanda. Se origina en un insecto que parasita las hojas de la tuna. Tiene forma de grano rojizo-negro cubierto por un polvo blanco. Cuando han alcanzado unos 8 milímetros, se recogen con un cepillo y se colocan al sol o se secan en hornos.
6.Ch´illka: Chilca en español. Planta tintórea que fue utilizada por los antiguos «químicos» de las culturas prehispánicas, para obtener variedad de colores amarillos y verdes.
7.Molle: Usado en el teñido de textiles en la Cultura Wari. Gracias a la cocción de sus hojas y corteza se obtiene un tinte color amarillo que permite teñir el algodón y la lana. Las cenizas del molle también sirve para para lavar y fijar tintes, y para pelar maíz, trigo y cebada.
8.ChapiChapi: También llamado Antaco o Chamiri. Planta pequeña cuyas raíces fueron utilizadas desde épocas milenarias, ya que de ellas se obtiene un precioso tinte de color rojo. Su uso está asociado al desarrollo de la textilería prehispánica de la cultura Paracas