Crear espacios. Hay que darles seguridad y confianza para que compartan lo que sienten.
Imagen: Andina
La cuarentena se levantó en la mayoría de regiones del país, pero los adultos mayores de 65 años, las personas con enfermedades preexistentes y los niños y adolescentes menores de 14 años deberán permanecer en confinamiento.
Escribe: Susana Condado
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Según lo establecido en el Decreto Supremo 116-2020-PCM, a pesar de que el primero de julio se levantó la cuarentena, los niños seguirán siendo parte de esta en una modalidad focalizada en ciertas regiones y en grupos específicos de riesgo. Es decir, si bien ahora podrán salir a dar un paseo diario por un tiempo máximo de una hora y a una distancia no mayor a 500 metros de su casa, es necesario resaltar que el confinamiento para ellos sigue siendo obligatorio. De tener el consentimiento de sus padres para salir, deben hacerlo acompañados de un adulto y manteniendo una distancia social no menor a dos metros con las demás personas y niños que también decidan salir.
En ese sentido, los más pequeños de la casa pueden verse afectados por el estrés y la ansiedad del confinamiento. El estrés, definido como el estado de preocupación frente a lo que viven actualmente, y la ansiedad, explicada como la inquietud y algunas veces el pánico frente a lo que va ocurrir en el futuro, generan cambios en el comportamiento de los niños. Por ello, es importante tener conocimiento de las señales que transmitan para que tanto los padres como los demás familiares que también viven con ellos sepan cómo afrontar esta situación y cómo ser un soporte para ellos.
Punto Seguido entrevistó a Pamela García, psicóloga educativa y creadora de la página “El consultorio de Pame” en Instagram, un sitio web de salud y bienestar orientado a la educación en disciplina positiva mediante el acompañamiento del juego libre, talleres y consejería online. Ella afirma que el estrés y la ansiedad en los niños se presenta con diferentes señales, ya sean físicas, emocionales o de conducta:
- Señales físicas: dolores de estómago y cabeza, falta de apetito, sudoración en las manos, tics nerviosos (se muerden las uñas, pestañean muy seguido, tienen movimientos regulares e involuntarios) y regresiones; es decir, vuelven a pasar por un proceso que ya habían superado, como el orinarse o chuparse el dedo.
- Señales de corte emocional: llanto, irritación, enojo con facilidad y pesadillas frecuentes.
- Señales de conducta: preguntas constantes, participación mínima o nula en algunas actividades y búsqueda de aprobación por parte de sus padres, amigos y maestros. Se etiquetan (“yo no puedo”, “soy un tonto”, etc).
Todas esas señales pueden darnos una primera impresión de acuerdo a la intensidad y frecuencia con la que se presentan. Pamela García, afirma que para transmitirles calma en medio de la coyuntura que vivimos es recomendable recibir orientación psicológica para ayudarlos a identificar esas emociones. “No debemos juzgar a los niños porque eso los avergonzaría y los haría sentir culpa. Hay que validar y contener sus emociones para anticiparnos a futuras situaciones de ansiedad. Debemos ayudarlos a expresar lo que sienten con actividades como pintar, dibujar, escribir o leer. El uso de cuentos es algo maravilloso”, añade. Además, plantea el espacio de calma, que veremos desarrollado en la siguiente infografía:
ESPACIO DE CALMA de Susana